Opinión | El espejo de tinta

Al despotismo no le gusta el flamenco (ni la libertad)

El Ayuntamiento no va a estar al nivel del prestigio que la Asociación ha conseguido consolidar para el festival

Festival Flamenco de Zamora

Festival Flamenco de Zamora

Soy partidario de mantener lo que funciona, revisando, retocando y actualizando para procurar mejorarlo. Hacer un cambio radical rara vez alcanza a mejorar resultados cuando lo que se pretende cambiar funcione bien.

Soy partidario y cuando pude así lo hice y lo hago, de fomentar y defender que la sociedad civil tenga cada vez un mayor papel en lo público. Que aquellos ámbitos donde la sociedad desarrolla su actuación, la labor de las administraciones debe ser de acompañamiento y colaboración, así como de control en materia de legalidad y del uso de los fondos públicos que se destinen en forma de subvenciones, cesión de instalaciones, etc.

La polémica de este San Pedro ha venido de la mano de la inexplicable (y no explicada por el alcalde Guarido y el Teniente de Alcalde David Gago) decisión a última hora, a destiempo, de forma caprichosa y desleal, de retirar la organización del Festival de Flamenco de las Fiestas de San Pedro a la Asociación Amigos del Cante, para asumirla directamente el Ayuntamiento.

Que el Ayuntamiento no va a conseguir estar al nivel del prestigio y reconocimiento que la Asociación ha conseguido consolidar para el Festival, podemos darlo por descontado a pesar de que se haya tratado de desviar la atención encargando la gestión al magnífico director del Teatro Principal y a su equipo. Equipo y director son un privilegio para Zamora, pero se equivoca el equipo de gobierno institucionalizando una tarea que estaba siendo desarrollada exitosamente con vocación y devoción por Amigos del Cante.

Que después de 30 ediciones organizadas, el año en que se cumplen 50 años de existencia, cuando tenían ya avanzados los trabajos de organización y sin explicación alguna -poca sorpresa, así es como actúan los déspotas- los obvien, es aún más insultante para ellos, para la tradición del flamenco en Zamora y, una vez más, para el conjunto de los zamoranos.

Se confía en la libertad individual y de la sociedad civil o el poder coloniza -y asfixia- todo en detrimento de algo tan libre como son el arte y la cultura flamencos.

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