Opinión | Buena jera

Lo que (no) nos cuentan de Europa

En la campaña electoral apenas se está hablando de la importancia de Bruselas

Banderas de la UE en la sede de la Comisión Europea en Bruselas.

Banderas de la UE en la sede de la Comisión Europea en Bruselas. / ARCHIVO

Estamos a solo una semana de las elecciones europeas y todavía no sabemos lo que propone cada partido español. Por lo que leo y oigo, lo mismo está sucediendo en los otros 26 países de la Unión Europea. O sea, que los 370 millones de personas que estamos llamados a las urnas echaremos la papeleta (quien lo haga) por afinidades ideológicas, por sentimiento personales, por cuestiones relacionadas con la propia nación, pero no por lo que nos hayan contado de Europa ni por los cambios o continuidades que desean quienes van a integrar, que no son pocos, el Parlamento Europeo. Así que Europa, sus organismos, su funcionamiento, seguirán siendo casi un arcano, un misterio, para la mayoría de los ciudadanos.

Y gran parte de la culpa de que esto sea como es la tienen los estados miembros, que llevan un buen tiempo colgándose las medallas cuando pintan oros y, por el contrario, responsabilizando a Europa cuando pintan bastos. Y lo han hecho, y lo hacen, todos sin excepción. Si las cosas van bien, si llega dinero en abundancia de Bruselas, si se ejecutan obras e inversiones con financiación europea, el gobierno de turno saca pecho y se atribuye el mérito. Pero si surgen prohibiciones, vetos, obligaciones, rechazos, ah, amigo, entonces el problema es de Europa, que no nos deja, que nos recorta, que no nos hace caso, etcétera, etc.

Hay que pedir a partidos políticos y candidatos que expliquen, aunque sea un poquito, qué es Europa y qué proponen para mejorar su marcha

Por eso, y por algunas cosas más, el ciudadano de a pie acaba por tener una idea negativa de Europa. Y los gobiernos nacionales hacen muy poco para corregir esta confusión, este malentendido. Además, "eso de Europa" suele ir acompañado de datos sobre la excesiva burocracia, los enormes gastos que acarrea y lo que cobran eurodiputados y funcionarios. Recuerdo que todas estas sensaciones me asaltaron la primera vez que visité, hace unos 35 años, el Parlamento de Estrasburgo para asistir a alguna de sus sesiones. Era mucho más modesto que el actual y lo componían menos de la mitad de los países que ahora, pero tanto yo como los que venían conmigo nos hicimos las mismas preguntas: ¿para qué este despliegue, este dineral?, ¿qué objetivos se buscan? Nos quedamos mudos, sin dudas, cuando nuestro cicerone nos dijo: "Por lo menos se han evitado, y ya parecen imposibles, nuevas guerras entre países europeos como la de finales del XIX y las dos mundiales, que, como quien dice, son de ayer mismo". Tenía razón; se la dimos.

Aunque sea a base de mucho dinero y de organismos lentos y mastodónticos, Europa no ha vuelto a vivir salvajadas y matanzas como las del siglo pasado. Sin embargo, no es éste el único logro, el único avance. Se puede hablar de la moneda única, del espacio Schengen, de la colaboración en distintas materias, de los acuerdos que permiten armonizar la vida diaria en todas las naciones, de las ayudas a los más pobres (¿cuántos millones llegaron año tras año a Castilla y León por ser Objetivo-1?) y, ahora que vuelve a estar en el centro del debate, de la Política Agraria Común, la PAC. Pocos conocen, y muchos ocultan, que la PAC es la única política común que funciona en Europa. No existe nada similar en la industria, el comercio, la financiación, el urbanismo, el empleo; solo en el sector agrario. ¿Qué sería de nuestros agricultores y ganaderos sin la PAC?; ¿qué es mejorable? De acuerdo. ¿Qué no puede, ni debe, cobrar igual el labrador que vive y trabaja en un pueblo que el rentista propietario de tierras que se pasea por Madrid? De acuerdo, también. Pero de eso a insinuar, como hace Vox, que nos sacará de Europa va un abismo. Saben que es imposible y que sería muy negativo para el campo, pero insisten.

Por esta y otras cuestiones similares cabe pedir a partidos y candidatos que expliquen, aunque sea un poquito, qué es Europa y qué proponen para mejorar su marcha. En estos comicios, hablar solo de lo nacional, obviar a Bruselas es una estafa, aunque parezca otra cosa.

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