Opinión | Al grano

Vacía, vaciada y jodida

Zamora tiene que buscar la redención por compasión y mirar a Europa

Buena parte de la provincia, incluida la capital, sufre problemas de despoblación

Buena parte de la provincia, incluida la capital, sufre problemas de despoblación / E.F.

Tampoco Europa se ha portado bien con estas tierras de frontera que están en el forro de su piel (la de Europa), la que se esconde tras el estiramiento en la esquina oscura de la ritidectomía, pero es lo que nos queda, buscar la redención por compasión, probado ya, por activa y por pasiva, que quien aquí tiene que hacer el cesto no quiere las mimbres que se crían en nuestras vegas. El artesano cestero que mira hacia el valle o la montaña prefiere los "arcazones" de otras tierras que, al parecer, lucen más.

Todavía hay quien discute si estamos vacíos o vaciados. Las dos cosas, claro, y más diría yo, estamos jodidos. Vacíos no hay más que verlo, cada vez somos menos y rompemos todos los censos poblacionales por la parte de abajo; vaciados también es evidente, las políticas de Estado, y aún más en las últimas décadas, no nos han tenido en cuenta, peor aún, nos han utilizado como pañuelos moqueros y manantiales de energía para otros (lo que viene es peor).

Vaciados porque nos han obligado a salir de nuestras tierras al invertir nuestros ahorros en otras, más céntricas, más periféricas. Los movimientos migratorios no son casuales en estos tiempos, se fuerzan por intereses, casi siempre espurios. Y en España se ha hecho. Los Estados franquista y democrático han reconducido la población a su antojo, no es que aquí hayamos sido víctimas de una maldición o una peste. El segundo, por omisión, lo sigue haciendo y nos está robando a los hijos. Nuestros nietos morirán en otras tierras.

Jodidos porque nos han quitado nuestra capacidad de reacción. Hemos asumido que no somos nada y nos hemos puesto a rezar a la espera de lo que está por venir. No es que no seamos reivindicativos, es que nos han convencido para que aceptemos sin rechistar un destino incierto y lleno de baches. ¿Alguna culpa tendremos, no? Puede, pero para eso se inventó el victimismo, para echarle la culpa de los males a los demás, como yo estoy haciendo ahora.

Nos queda Europa, hasta ahora más madrastra que madre, que con la Agenda 2030 nos ha sacudido un gancho en el hígado que nos ha dejado aún más turulatos. ¿Entonces, qué se puede esperar? Lo he dicho antes, la redención por compasión. Y rezar para que alguien con mando en plaza se dé cuenta de que somos una tierra descontaminante y que podemos sumar más que restar; ¡y que nos lo reconozcan, coño!

Habrá que ir pensando en que nuestro destino es ese, mantener una rica biodiversidad y un espacio descontaminante, dejar la provincia limpia para que vengan los fines de semana quienes viven en las grandes ciudades. Pero insisto, que eso se nos reconozca. Y se pague.

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