Así se hace un trillo tradicional: cómo se fabricaba artesanalmente

1.- Cara superior del trillo con el pión o «peorno» vertical de hierro.  2.- Lascas de piedra y martillo, imprescindibles para la elaboración del trillo. 3.-  Trillando cereal con un par de vacas en San Juan del Rebollar. 4.- Encajando las lascas en la madera con un martillo de punta plana. 5.- Extendiendo la parva con horca de madera, paso previo a la trilla. | Mariano Cano Gordo

1.- Cara superior del trillo con el pión o «peorno» vertical de hierro. 2.- Lascas de piedra y martillo, imprescindibles para la elaboración del trillo. 3.- Trillando cereal con un par de vacas en San Juan del Rebollar. 4.- Encajando las lascas en la madera con un martillo de punta plana. 5.- Extendiendo la parva con horca de madera, paso previo a la trilla. | Mariano Cano Gordo

Mariano Cano Gordo (*)

Dentro de las faenas agrícolas, una de las más importantes era la trilla, consistente en separar los granos de cereal de la paja mediante la utilización del trillo tradicional de arrastre

Ésta tenía lugar en la era, habitualmente localizada en las cercanías de la localidad. Las mejores eras eran las empedradas con cantos rodados, pues dificultaban la mezcla del grano con la tierra, lo que no ocurría con las de hierba, con el inconveniente añadido de tener que cortar y limpiar la hierba antes de comenzar la trilla.

Previamente había que preparar el grano de cereal esparciendo la mies por la era, extendiendo la parva en círculo con una horca de madera para conseguir que cuando se comenzara la trilla, el sol la hubiera calentado y secado todo lo posible. Antes de que apretara el sol, el rocío de la noche hacía más dificultosa la trilla al reblandecer la paja. Si daban lluvia, se amontonaba la mies y se tapaba (si ello era posible) para minimizar la humedad.

El trillo tradicional

Lascas de piedra y martillo, imprescindibles para la elaboración del trillo. / M. C. G.

Durante la trilla periódicamente había que "tornar la parva" darle vuelta a la mies para que quedara bien trillada, tanto la parte superior como la inferior, consiguiendo que la paja quedara arriba y los granos de cereal debajo.

La trilla se podía hacer con un solo animal o con dos, habitualmente una pareja de ganado vacuno o de mulas, excepcionalmente un animal de cada especie. No se solían utilizar burros para la faena: "Parva con asnos trillada, mal trillada y bien cagada".

En la faena ayudaba la familia entera, niños incluidos, intentando no dejar trilla pendiente para el día siguiente. El trillo lo podían dirigir personas de ambos sexos, incluso niños, en cuyo caso ocasionalmente se ponían encima del trillo grandes piedras para aumentar el peso y así conseguir que se triturara mejor la mies. La persona que lo guiaba sujetando las riendas con su mano izquierda y una vara de madera en la derecha, lo debía hacer con las piernas separadas para aumentar su base de sustentación y guardar mejor el equilibrio.

El trillo tradicional

Trillando cereal con un par de vacas en San Juan del Rebollar. / M. C. G.

Al finalizar la trilla del cereal, los trillos se protegían de las inclemencias del tiempo hasta el próximo año en un sitio cubierto y seco. Ocasionalmente las eras contaban con una pequeña caseta para guardar trillos y otros aperos agrícolas.

El proceso de fabricación de un trillo era laborioso. Comenzaba con la elección de la madera, habitualmente pino, entre el verano y el otoño. En el aserradero se preparaban las tablas al tamaño requerido, con un grosor de 5 cm, y se curvaba la parte delantera de las mismas, curvatura imprescindible para que durante la trilla no se acumulara la mies por delante. Después se juntaban de tres a cinco tableros y se señalaban en los mismos unas líneas y en ellas unas marcas con lápiz para posteriormente realizar el escopleado, consistente en hacer con mazo y escoplo las hendiduras donde irían incrustadas las piedras. Seguidamente con unas prensas se ensamblaban y encolaban las tablas, tras lo cual se desbastaba la superficie de la madera con una azuela, se alisaba y se sujetaban los cabezales perpendicularmente a los tableros con clavos de hierro. Con una azuela se quitaban más tarde las desigualdades y se cepillaban longitudinal y transversalmente.

El trillo tradicional

Encajando lascas en la madera con un martillo de punta plana / M. C. G.

Luego había que hincar las piedras o chinas en la madera. Un trillo podía llegar a tener hasta 3.000 piedras, que obtenían los hombres tajando guijarros de pedernal o sílex con una piqueta acerada, para lo que se precisaba mucha habilidad. Las piedras preparadas tenían un borde cortante que desmenuzaba la mies sin dañar el grano. Se incrustaban las lascas en el trillo por su parte más ancha con un martillo de punta plana, en función del tamaño: delante iban las pequeñas, en la mitad las medianas y las grandes en la parte trasera y los laterales. Las encajaban completamente con unos seis golpes de martillo. Este trabajo lo realizaban las mujeres si se fabricaban en familia.

En la cara superior del trillo se fijaban de dos a cinco travesaños con clavos perpendiculares a los tableros. En uno de los travesaños delanteros se fijaba un enganche de madera o de hierro, el pión o "peorno", al que se enlazaba el tiro de los animales mediante un agujero hecho en la parte trasera del timón de madera llamado cambizo o "cambicio", mientras que por su parte delantera se ajustaba al yugo de los animales.

El trillo tradicional

Extendiendo la parva con horca de madera, paso previo a la trilla. / M. C. G.

Los trillos más grandes eran tirados por dos animales, mientras que los pequeños por uno solo. Los animales tenían que estar previamente enseñados a dar vueltas en círculo en la era.

Para elaborar un trillo se necesitaba un conocimiento perfecto del oficio, especialmente para colocar al mismo nivel los pedernales en las maderas.

Los trillos se los podía fabricar el propio agricultor o bien se compraban a los trilleros de Cantalejo, localidad segoviana especializada en la producción de este apero agrícola que de mayo hasta octubre o noviembre recorrían las tierras de la región leonesa para su venta a los agricultores, época que aprovechan para reparar los trillos deteriorados, para lo cual iban aprovisionados de lascas, y en el caso de que se les agotaran, las elaboraban con pedernales cogidos por el camino.

Las familias cantalejanas que los fabricaban producían aproximadamente unos 300 trillos al año, desde el otoño a la primavera, participando en su elaboración tanto hombres como mujeres trabajando de sol a sol, desde los 15 a los 70 años.

La aparición de las trilladoras en la primera mitad del siglo pasado y de las cosechadoras en la segunda, fueron marginando poco a poco el uso del trillo tradicional de arrastre, hasta convertirlo en una pieza ornamental.

(*) Colectivo Ciudadanos Región Leonesa

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