El valor de la experiencia

La segunda edición del programa Soliedad con la Escuela de Enfermería pone en el centro la aportación a la sociedad de los mayores

Beatriz Blanco García

Beatriz Blanco García

La segunda edición del programa Soliedad —centrado en la soledad no deseada—, en el que trabaja activamente la Escuela de Enfermería de Zamora, ha visto cómo ha ido evolucionando en este curso. Si el pasado año, bajo la supervisión de la investigadora Elisa Sala, se centraba más en actividades dirigidas, para que los mayores empezaran a crear sus círculos de amistades, este año las iniciativas son mucho más activas y menos teóricas, aprovechando la experiencia y los conocimientos de los mayores, para que ellos mismos sean los que desarrollen charlas y talleres.

Lo que también ha cambiado es el perfil del voluntario. En el pasado curso el grueso lo componía el colectivo de enfermeras jubiladas y en esta ocasión se han involucrado de manera especial estudiantes de la propia escuela. Una de ellas es Marta Martínez, quien destaca que estas personas "tienen todavía mucho que aportar a la sociedad, por ello se les ha dado más protagonismo este año, organizando diferentes actividades según sus preferencias", valora.

La última de ellas, antes de la merienda de fin de curso que se organizará esta tarde con la asistencia de todos los participantes —mayores, enfermeras y voluntarios— reunió ayer por la tarde a un nutrido grupo que participó y disfrutó de una jornada cultural diferente.

Ruta de leyendas

Con salida en la plaza de Sagasta, los participantes recorrieron los rincones más representativos del casco antiguo de la ciudad explicando algunas de las leyendas más conocidas de Zamora. Balborraza, la plaza de Viriato, el convento del Tránsito, la iglesia de San Atilano, la Catedral o la Puerta de la Lealtad fueron escenario de historias tan famosas para los zamoranos como la de la plaza de la hierba o el motín de la trucha.

Una jornada intergeneracional para compartir una tarde en la que todos aprendieron y, sobre todo, se divirtieron.

Alumnos y profesores de la Universidad de Viterbo, participantes en la actividad. | Ana Burrieza

Alumnos y profesores de la Universidad de Viterbo, participantes en la actividad. | Ana Burrieza / B. Blanco García

En las últimas semanas del programa se ha contado, además, con unos voluntarios muy especiales. Se trata de alumnos de la Universidad de Viterbo, en La Crosse, Winsconsin, quienes, además de perfeccionar su español, han conocido costumbres y tradiciones de la mano de los propios usuarios, llevándose lecciones tan variopintas como la elaboración de una tortilla de patata o cómo confeccionar una cesta de mimbre.

"He aprendido mucho durante mi tiempo aquí, especialmente de la población de personas mayores", reconoce Kaylie Wiedmeyer, estudiante de Enfermería. "Allí yo trabajo con este colectivo y me viene muy bien aprender actividades como estas para luego poderlas llevar a cabo en mi trabajo", agradece.

Ella estudia español desde hace seis años "para poder conocer otro idioma que me sirva para ayudar a más gente", argumenta. Y es que esta lengua es una de las más demandadas en Estados Unidos, como explica el profesor Jesús Jambrina. "Es el segundo idioma que más se estudia, porque ven que es muy útil para enfermería, trabajo social o enseñanza", pone como ejemplos.

Enfermería a ambos lados del Atlántico

Aunque esta universidad repite experiencia por segundo año consecutivo en Zamora —gracias a un acuerdo con la Fundación Rei Afonso Henriques—, en esta ocasión se han querido unir a la experiencia estudiantes de otras facultades. Entre ellos, están los alumnos de Enfermería, que han llegado con la profesora Vicky Heiser. "Lo que buscamos es un intercambio con jóvenes de ambos países, para tener una perspectiva de cómo se cuida a las personas con diferentes antecedentes culturales e históricos", explica.

La primera parada, en la plaza Sagasta. | Ana Burrieza

La primera parada, en la plaza Sagasta. | Ana Burrieza / B. Blanco García

La buena relación que se ha forjado asegura una colaboración a largo plazo entre la Escuela de Enfermería de Zamora y la facultad en La Crosse. "Queremos conseguir que en el futuro estudiantes de aquí puedan ir a Estados Unidos y que podamos aprender los unos de los otros", apunta. Su compañero Jambrina adelanta que, debido al programa que tienen allí sobre salud de la comunidad, este tipo de experiencias con personas mayores es muy enriquecedor.

"Están organizando su propio programa para el año que viene, que, además de la inmersión lingüística, incluirá la formación en enfermería, por lo que el programa que se inició el pasado año está creciendo y expandiéndose. Todo esto lo facilita el estar en una ciudad tan acogedora como Zamora y las ganas de todos por colaborar", aplaude el profesor de universidad.

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