Sánchez Mejías "luce" en Zamora

Un vestido de torear atribuido al diestro sevillano forma parte de la exposición permanente del Museo Etnográfico de Castilla y León

Una chica contempla el traje de luces atribuido a Ignacio Sánchez Mejías.

Una chica contempla el traje de luces atribuido a Ignacio Sánchez Mejías. / J. L. Fernández

Es la joya de la corona. El traje de luces de los primeros años del siglo XX cuya pertenencia se atribuye al torero sevillano Ignacio Sánchez Mejías. Aunque no es la única pieza de índole taurina que alberga la sede zamorana del Museo Etnográfico de Castilla y León.

Seda, hilo de oro y alamares. Son los materiales que detalla la tarjeta que identifica a la pieza de museo. Formado por chaquetilla, chaleco y taleguilla, el traje expuesto, datado entre los años 10 y 20 del siglo pasado, está incompleto y sería anterior a la "revolución textil" que propició el cuñado de Sánchez Mejías, Joselito "el Gallo", quien aligeró el vestido de torear.

Inicialmente, su color fue el Purísima y Oro, pero el tiempo y los vaivenes transcurridos desde su primer paseíllo han hecho que, ahora, no sea tan fácil calificarlo en la paleta de los colores taurinos.

Las tres piezas del traje expuesto en el museo. | Col. Museo Etnográfico de Castilla y León

Cuerna pastoril con motivos taurinos. / Carmen Toro

Como explica la conservadora del museo zamorano, Ruth Domínguez, salvo por un macho ausente que, otrora, colgó de la hombrera derecha y porque "la taleguilla está muy deteriorada del uso, en general, el traje está muy bien". En ello tuvo que ver también la intervención de la Escuela de Arte y Superior de Conservación y Restauración de Textiles de Palencia "Mariano Timón", a la que se encargó, precisamente, la restauración de este chispeante cuyo oro, aunque conserva perfectamente su bordado, ya no chispea bajo la luz del sol.

Las tres piezas del vestido de torear fueron intervenidas hace casi una década por un grupo de seis alumnos de los Estudios Superiores de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, especialidad de Textiles, coordinados por el profesor y jefe de Conservación de la Escuela, Iván Mateo.

Mateo explica ahora que aquella fue la primera vez que hacían una intervención a un traje de este tipo, "un traje muy particular", dice.

A la izquierda, cartel de la plaza de toros de Toro. | Col. Museo Etnográfico Castilla y León

Ejemplar de la revista "El Ruedo" conmemorativo de la muerte de Manolete. / Carmen Toro

Lo primero que hicieron fue intentar contextualizar la pieza y, para ello, recurrieron a un novillero de Palencia, Pedrito de la Cruz, "para que nos hablase de toda la terminología que había en torno a este tipo de indumentaria", algo que "nos vino muy bien para documentar y poner nombre a cada una de las partes del traje".

Los restauradores también pudieron conocer así que, en el traje de torear, hay "un montón de detallitos y cada uno tiene su nombre", además de aprender la manera concreta en la que se viste un torero, "tiene un montón de protocolo que la mayoría de los ciudadanos no vemos y nos ayudó a entender algunos desperfectos", relata Mateo.

Después, siguieron un proceso en varias fases: realizaron la documentación gráfica pertinente y tomaron muestras de los materiales, tanto textiles como bordados, alinearon los hilos descolocados y llevaron a cabo la consolidación de las zonas que tenían rotos o descosidos, siempre, respetando el material original. "La taleguilla tenía un montón de agujeros producidos por los pitones", explica Mateo, que asegura que "la gran problemática" fue la gran cantidad de oro y bordados que, al haber estado almacenado el traje, "aplastó todo el tejido y produjo un montón de roturas por la propia descomposición de los materiales" por lo que había "mucha degradación de la parte textil y de los bordados".

Sánchez Mejías luce en Zamora

Las tres piezas del traje expuesto en el museo. | Col. Museo Etnográfico de Castilla y León / Cedida

El responsable de la restauración relata también que la parte "más espectacular" fue la confección de un maniquí invisible a medida, que es en el que ahora se expone el traje en el Etnográfico, y que permite dar "absoluto protagonismo al traje, sin rostro, sin manos, sin piernas, dando valor a la pieza de indumentaria y al traje de luces".

Pero la gran pregunta es cómo llegó este vestido a Zamora y si, realmente, perteneció a "un andaluz tan claro, tan rico de aventura", como le cantó Lorca en su Llanto.

Una donante particular que "aseguraba" que el terno había pertenecido a Sánchez Mejías lo regaló al museo en 2009, incluido en una "amplia colección de carácter etnográfico" en la que esta era la única pieza taurina.

Un sobrino nieto, de idéntico nombre que el torero, explica que la familia ha intentado "contrastar" la pertenencia con alguna foto antigua, por el momento, sin éxito. Aunque afirma que la historia es "bastante creíble" porque la señora que lo donó era amiga de la mujer de un hermano de Sánchez Mejías, del que se separó y que le habría dado unos baúles de los que ella quería deshacerse y donde estaba el traje de luces. "Como Ignacio no quería que sus hijos y sobrinos fueran toreros, no había nada en su casa de Pino Montano" para poder contrastarlo, relata su sobrino nieto.

Sánchez Mejías luce en Zamora

Cartel de la plaza de toros de Toro de 1898. | Col. Museo Etnográfico de Castilla y León / Cedida

Sabios de la indumentaria y fotografía taurina también se decantan hacia la veracidad de la historia. El experto en trajes de la época Alberto Perales expone que el mismo bordado de palmeras del vestido lo tuvo Sánchez Mejías en otro traje de azabache.

Mientras que el veterano aficionado y con vasto archivo fotográfico Manolo Pons hace referencia al libro sobre Mejías de la colección Espasa Calpe, donde aparece una foto del día de la confirmación de alternativa del torero, en la que lleva "un traje parecido", y otra de su reaparición en Cádiz en 1934, en el que "la estética es muy similar".

A esa estética alude también el periodista y miembro del Centro de Asuntos Taurinos de la Diputación de Valencia Ángel Berlanga: “Lo recargado de su bordado, los alamares de la chaquetilla, los caireles de chorrillo largo, el desgaste habitual del tejido, las hombreras y sus golpes... todo encaja a la hora de poder asegurar que se trata de un vestido de la época de Ignacio, especialmente, de sus primeros años, los de 1910-1920, pero que sea de la misma época no quiere decir que seguro perteneciese a él. Asegurar eso, sin mayores pruebas que la cuestión estética del terno, es muy arriesgado”.

El probable vestido de Sánchez Mejías acapara todas las miradas taurinas en el Etnográfico, donde también se custodian otras interesantes piezas relacionadas con el mundo del toro, como una serie de seis cuernas pastoriles con motivos taurinos grabados y tallados. Principalmente, la escena que representan todas, como destaca la conservadora del museo, es la misma: la del torero en el momento en el que se dispone a ejecutar la suerte suprema. Salvo una, en la que el diestro sostiene la muleta en un cite que podría ser el inicio de un pase de pecho.

El motivo de representar —casi— siempre la misma escena, según la hipótesis de la conservadora, puede estar relacionado con esa fuerza poderosa que lleva a intentar domeñar a la bestia. "Imagino que es por el propio acto, el hecho del poder del ser humano sobre el animal", expresa Domínguez.

Además, el Etnográfico cuenta con una variedad de fondos documentales que tratan la tauromaquia. Entre ellos, un ejemplar de la revista "El ruedo" conmemorativo de los 25 años de la muerte de Manolete o una serie de una docena de postales, fechadas en 1947 y firmadas por Antonio Alcalde Moreno, en las que se representa al Cuarto Califa del toreo, interpretando diferentes lances.

Tesoros documentales

Todas estas piezas, incluido el terno atribuido a Sánchez Mejías, pueden verse en la muestra "La Memoria Taurina", que se exhibe en el museo hasta el 19 de junio.

Además, como explica el responsable de los fondos documentales del Etnográfico, Emilio Ruiz Trueba, también cuentan con una colección de la revista "El Ruedo" o con otra de la revista de época "La Ilustración española y americana", que contiene grabados "interesantes" de corridas goyescas; así como ejemplares desde 1870 con grabados y litografías en las que se representan escenas de tauromaquia.

En cuanto a fondos de "efímeras", Ruiz Trueba explica que el Museo Etnográfico de Castilla y León también alberga algunas postales de toreros o cartelería antigua de ferias taurinas celebradas en Zamora, incluso, de los años 40.

Uno de los carteles más llamativos de esa colección es uno que corresponde a una "magnífica" corrida en la plaza de toros de Toro, que se celebró el 28 de agosto de 1898 y en la que se anunciaban los diestros Antonio Moreno "Lagartijillo" y José Rodríguez "Bebé Chico", con toros de la "acreditada y renombrada" ganadería de D. Eloy Lamemie de Clairac y Bermúdez de Castro.

Además de estas piezas tangibles, los fondos del museo cuentan con otro patrimonio inmaterial dentro de sus colecciones, como la Etnosfera: un apartado de su página web en el que pueden encontrarse vídeos de los años 80 que recogen festejos populares de la provincia, como los Espantes de Fuentesaúco o el Toro Enmaromado de Benavente; así como coplillas populares sobre los nombres de los toreros o romances de ciego, que se encuentran en su sección "Antropofonía". Todo ello pone de manifiesto la etnografía de la tauromaquia.

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