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Centrales Hidroeléctricas: Ricobayo

Así se transforma el agua del río Esla en electricidad

Central de Ricobayo.

Central de Ricobayo. / Ana Burrieza

El embalse de Ricobayo es un ejemplo destacado de cómo la ingeniería y la física se combinan para aprovechar los recursos naturales en la producción de energía. Este embalse, que consta de dos centrales hidroeléctricas, una a pie de presa (Ricobayo I) y una subterránea (Ricobayo II), no solo es una maravilla de la ingeniería civil, sino que también marcó un hito significativo en la historia de la producción eléctrica en Europa.

La construcción del embalse de Ricobayo I comenzó en la década de 1920, en una época en la que el gobierno del país buscaba formas más eficientes de generar electricidad para apoyar el crecimiento industrial y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. En el verano de 1930, el proyecto alcanzó su punto álgido con la participación de 2.600 trabajadores. Es más, en octubre de ese mismo año, el rey Alfonso XIII visitó las obras, subrayando la importancia nacional del proyecto.

Se completó en 1935 y se puso en funcionamiento con una potencia de 100 MW, aunque solo entraron en operación 3 de los 4 grupos de generación inicialmente planificados. Como dato curioso, la fabricación del cuarto grupo se retrasó debido a que el barco que transportaba la maquinaria se hundió durante la II Guerra Mundial, lo que obligó a fabricar de nuevo los componentes. Este cuarto grupo, distinguido por su alternador, su turbina y un puente más bajo, finalmente se puso en marcha en marzo de 1948. En 1991, comenzó la construcción de una ampliación significativa con la adición de una nueva central hidroeléctrica subterránea, Ricobayo II, que duplicó la potencia instalada añadiendo 158 MW adicionales. En 2019, se celebraron 90 años desde el inicio de la construcción del embalse de Ricobayo, subrayando su duradero impacto en la región.

De forma muy simplificada, el proceso de funcionamiento de una central hidroeléctrica comienza con la construcción de una presa que captura y almacena agua en un embalse, como es la del río Esla en el caso de Ricobayo. El agua almacenada, por el hecho de encontrarse a una determinada altura, posee energía potencial. Cuando se abre una compuerta de la presa el agua, debido a la acción de la gravedad, fluye hacia abajo a través de los denominados conductos forzados, convirtiendo su energía potencial en energía cinética. Esta energía cinética se convierte en energía mecánica al chocar contra las aspas de las turbinas, que funcionan como molinos de agua modernos. A su vez, las turbinas están conectadas a generadores y al girar inducen una corriente eléctrica en el estator del generador mediante el principio de inducción electromagnética. Finalmente, la electricidad generada se transporta a través de líneas de transmisión desde la central hidroeléctrica hasta las subestaciones y desde allí se distribuye a los hogares, industrias y otros usuarios finales.

El embalse de Ricobayo ha sido clave en la generación de energía limpia y en el desarrollo económico regional, además de servir como reserva de agua para diversos usos. Sin duda, ejemplifica cómo la ingeniería hidroeléctrica puede equilibrar la necesidad de energía con la conservación ambiental pues casi un siglo después de su construcción sigue siendo un modelo de cómo aprovechar los recursos naturales de manera eficiente.

Profesor de Física y Analista de Datos

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