Serendipia barroca

Cuatro músicas zamoranas componen el ensemble que recupera las obras de los maestros de capilla de la Catedral del periodo barroco

De derecha a izquierda, Clara Espinosa, Delia Manzano, Ángela Luis y Marta Calvo. | Miguel Ángel Lorenzo

De derecha a izquierda, Clara Espinosa, Delia Manzano, Ángela Luis y Marta Calvo. | Miguel Ángel Lorenzo

Estefanía Vega

La puerta de acceso al archivo musical de la Catedral de Zamora se escondía entre cajas heredadas. Más de un millar de composiciones gestadas intramuros entre los siglos XVII y XX y referenciadas en un catálogo oculto entre una pila de libros propiedad de los abuelos de la música zamorana Clara Espinosa Encinas. Un hallazgo casual que marcó el sendero hacia el descubrimiento de algunas de las obras de los grandes maestros de capilla del periodo barroco.

Decía el químico Louis Pasteur que "sorprendernos por algo es el primer paso de la mente hacia el descubrimiento". Y fue en uno de los viajes de la oboísta y el director Lucien Julien-Laferrière desde su residencia en Dijon, en la región de la Borgoña francesa, a la capital zamorana cuando la chispa de curiosidad les redirigió en el año 2016 hasta los secretos del templo románico.

Considerado un verdadero tesoro documental, el archivo custodia el repertorio musical de los considerados algunos de "los más eximios" magisterios del panorama nacional de su época. Fue el caso de Juan García de Salazar y Luis Blasco, que marcan el periodo de estudio de lo que se conoce como la música barroca sacra en Zamora (1710-1788) y que sentó el germen de lo que hoy es Semura Sonora.

Manuscritos con más de 300 años de antigüedad que salen de su casa erigidos en todo un proyecto cargado de rigor histórico. La labor de investigación, traducción y difusión del patrimonio musical, relegado hasta ahora al culto de religiosos y fieles, se mezcla con la búsqueda de la sonoridad propia del tiempo, para el cual el ensemble apuesta por la incorporación de instrumentos como el oboe barroco o el bajón.

Tras tres años de estudio, transcripción y adaptación de una treintena de partituras y una docena de conciertos, Semura Sonora continúa creciendo con la quinta edición de "Sonoridades Olvidadas" que aterrizará este fin de semana en Moraleja del Vino, Vezdemarbán y Alcañices. Las actuaciones, previstas para los días 5 a las 21:00 horas, 6 y 7 de julio (20:30 horas) con entrada libre hasta completar aforo, completan el mapa provincial de un ciclo que llega por primera vez a Aliste, pero cuyos ecos ya se han extendido hasta el país galo.

La soprano Laura Martínez Boj y el contratenor Bruno Campello Muñiz son los encargados de dar vida a la parte coral, sostenidos por la Camerata Primo Tempo y los seis integrantes de un ensemble con sello autóctono y cuyos vínculos se retrotaen a hace 20 años.

Delia Manzano (órgano), Ángela Luis (violín) y Marta Calvo (bajón) completan el listado de intérpretes ancladas a la tierra que las vio nacer y que les ha permitido descubrir su pasión por un periodo que ahora les lleva a recorrer todos los rincones de la provincia.

Integrantes del ensemble en uno de los ensayos en la iglesia de María Auxiliadora. | Miguel Ángel Lorenzo

Integrantes del ensemble en uno de los ensayos en la iglesia de María Auxiliadora. | Miguel Ángel Lorenzo / Estefanía Vega

Fue la hija del músico e investigador recientemente fallecido Miguel Manzano quien imbuyó en Clara el amor prematuro por la música del siglo XVIII. Con apenas 12 años, los cortos desplazamientos para ensayar con el grupo Alollano con la versión que se ejercita en los conservatorios profesionales se convirtieron en el inicio de una relación que le ha llevado a editar su primer trabajo discográfico, "Miércoles de Tinieblas", y que ha contado con una gran acogida. El paso del oboe clásico a la versión barroca, realizada por un lutier francés hace tres décadas, llegó con sus estudios profesionales en la Schola Cantorum Basiliensis de Basilea (Suiza), engrosando así su particular colección que incluyen el oboe de amor o el da caccia. "Ahora mismo tendré unos ocho y otros tres encargados".

La vuelta al pasado se completa con la interpretación sobre órganos históricos como el de Vezdemarbán, cuyo uso se limita a una o dos veces al año, o el bajón de Marta Calvo que se inspira en un original del Monasterio del Escorial del año 1612. Unas versiones que, paradógicamente, resultan hasta cinco veces más económicas que sus hermanos contemporáneos en el caso del oboe.

Las recomendaciones entre los intérpretes de este estrecho grupo de profesionales les puso en la pista de Marta Calvo, natural de Monleras (Salamanca), pero con ascendencia zamorana. Y, de nuevo, azar volvió a hacer de las suyas vinculando a esta charra con el municipio de Moraleja de Sayago del que, curiosamente, también procede Clara. Una partida de matrimonio que traza un círculo perfecto al que se suma Ángela Luis. Premio extraordinario de su especialidad en Castilla y León, desarrolla sus estudios en el Conservatorio Superior de Sevilla y ha realizado sus primeras incursiones con la Oscyl con la vista puesta en septiembre en Stuttgart, donde pasará un año de Erasmus.

Música intergeneracional que une a estas cuatro intérpretes de entre 19 y 50 años en la apuesta por democratizar un patrimonio musical hasta ahora relegado a unos pocos privilegiados. Pura serendipia asociada a un proyecto con futuro y al que aún le deparan muchas horas de estudio, ensayos y grabación con la vista puesta en nuevos retos.

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