Entrevista | Alberto Durán Torero

«Quiero ser estandarte del toreo clásico y creo que puedo aportar personalidad»

«Me encantaría confirmar mi alternativa en Las Ventas el 15 de agosto, tengo fe y estoy preparado para cuando tenga que ser»

El torero zamorano Alberto Durán.

El torero zamorano Alberto Durán. / Carmen Toro.

Es torero dentro y fuera de la plaza, como mandan los cánones. Y tiene un secreto bordado en oro que desea mostrar al mundo taurino. Es el torero de Zamora y el sábado pretende reivindicarse como tal, una vez más, fuera de las fronteras de su provincia puesto que, dentro de ella, los despachos no hacen hueco para él. La llama de Alberto Durán sigue más viva que nunca once años después de su alternativa.

–El sábado torea en Las Rozas de Puerto Real (Madrid), ¿cómo lo encara?

–Con mucha ilusión porque es la primera del año después de una temporada anterior muy corta, pero muy intensa por lo que aconteció las dos tardes que tuve ocasión de ponerme el vestido de luces después de tanto tiempo, con lo que eso significa. Por lo tanto, si cabe, con más ilusión que el año pasado y con las ganas y la intención de ratificar lo que ocurrió esas dos tardes y, si cabe, mejorarlo.

Alberto Durán, tentando en la ganadería de Antonio Bañuelos, de cara a su compromiso del sábado. | Cedida

Alberto Durán, tentando en la ganadería de Antonio Bañuelos, de cara a su compromiso del sábado. / F. Primo

–¿Se está preparando de una manera especial?

–Siempre tengo la misma manera, pero, cada vez, se va conociendo uno más y va eligiendo lo que cree que le conviene más, y ahonda más en ese tipo de cosas. No me estoy obsesionando mucho con el campo; en otros momentos, he hecho bastantes más tentaderos. Este año, aparte de que está complicado el hacerlos porque ha bajado muchísimo la cantidad de animales por la pandemia, creo que lo que mejor me viene ahora es el toreo de salón y el ejercicio físico y mental, y eso es lo que más estoy trabajando y potenciando.

–En diciembre, se hizo público su apoderamiento por parte de Pablo Saugar «Pirri» tras varios años en solitario. ¿Qué está aportando él a su carrera?

–Es poquito tiempo, pero el suficiente como para sentir lo que hablamos cuando surgió esa posibilidad de apoderamiento. Tanto Pablo, que es la cabeza del apoderamiento, pero también está ligado su hermano, Víctor Hugo, banderillero que está toreando en todas las ferias y ha toreado con las máximas figuras. Son dos toreros de plata que conocen a fondo la profesión, les viene de familia, son hijos de ese grandioso banderillero que es el Pali, que fue con las más grandes figuras, como Manzanares padre, y han bebido de las mejores fuentes. A mí me están aportando muchísimo en ese sentido, a la hora del toreo de salón, de hablar de toros, de contarme anécdotas de toreros antiguos, que no hacen más que enriquecerme y abrirme más la mente. En ese sentido, me transmite ilusión y eso se ve reflejado en el día a día, en el toreo de salón, en mis entrenamientos, cuando voy a los tentaderos,... Saber que tienes a alguien detrás que entiende tu concepto, tu forma de torear, tu filosofía de vida y tu filosofía torera te hace venirte más arriba.

–Sin embargo, tras haber sido triunfador el pasado año, está fuera de la Feria de Zamora. ¿Cómo asume eso?

–Se digiere mal, lógicamente, porque te da pena no ya en este caso, que el afectado en primera persona soy yo, sino, en general, que se extinga la meritocracia, que toda la vida ha existido en el toreo y se ha premiado al que ha triunfado y se le ha dado cabida. Más si cabe, cuando ha sido en las circunstancias en las que fue mi actuación del año pasado: después de tanto tiempo sin torear, en una tarde muy dura, con un cartel con dos compañeros máximas figuras (Morante y Castella) y que no lo ponen nada fácil, y el lote, que tampoco me ayudó prácticamente nada. Y sacar la tarde adelante, dando la dimensión que creo que di, pues duele no verte otra vez recompensando. Pero, por otro lado, lo asumo con naturalidad porque, al final, te vas acostumbrando; sabes que el toreo está así, desgraciadamente, y hay casos, incluso, peores, de compañeros que han triunfado en grandes plazas y no se les ha dado cabida. No me gusta ir de víctima ni quejarme. La plaza está ahí, como suele decirse y, si he sido capaz de aguantar ocho años sin anunciarme en ella, perfectamente puedo aguantar otros más.

–Aunque parecía lo contrario a principios de año, también se queda sin torear en Toro, una plaza que no ha pisado ni como novillero ni como matador de toros...

–Otra cosa ilógica más añadida a la cuenta de las circunstancias que han acompañado siempre mi carrera. Son cosas insólitas que no entiende nadie puesto que creo que seré el único caso en el mundo taurino al que no se le haya dado una oportunidad, prácticamente, en ninguna plaza de su provincia y, más grave, si cabe, cuando sólo estoy yo. Porque no es como en otras provincias, en las que hay diez, quince o veinte toreros y, lógicamente, con todos no pueden cumplir porque son más nombres de toreros que posibilidades y huecos hay en los carteles. En este caso, creo humildemente que no hay ningún argumento para no contar conmigo, pero son las circunstancias.

–¿Cuánto duelen estas ausencias en la propia tierra?

–Es duro porque me siento zamorano por los cuatro costados y, a veces, siente uno ganas de renegar de su tierra porque no se está haciendo nada, y soy un torero que creo que tiene condiciones para poder llevar el nombre de su tierra por todo el mundo. Y que se me valore más fuera que dentro es doloroso.

–¿Estas adversidades le dan fuerza para seguir intentándolo con más ímpetu?

–Uno lo toma como un arma para impulsarse y sacar más fuerza con esa rabia contenida, en el buen sentido, que te empuja para cuando llegan las pocas oportunidades que se presentan, sacar ese amor propio y esa raza. Lógicamente, es duro, pero yo creo que, al final, te ayuda y se convierte en algo positivo, pero depende de la mentalidad con que uno lo tome. No te puedes dejar arrastrar por ello; al revés, te tienes que abrazar a ello, contar con ello y hasta cogerle el aire y el gusto al sufrimiento y a la dureza. Eso te hace más fuerte y, cuando llegan las oportunidades, al final, se refleja.

–Por ejemplo, está convencido de que es el momento ideal para confirmar su alternativa en Las ventas...

–Llevo diciéndolo muchos años, lo que pasa es que nunca llega, pero, sí. Lógicamente, cuanto más tiempo pase, con más preparación voy a ir. El tiempo no pasa en balde y para toreros con mi concepto, que creo que es el toreo puro, el toreo clásico de toda la vida, cuanto más tiempo pasa, más poso adquieres y esa madurez, a toreros como a mí, nos viene muy bien. Aunque ya no quiero esperar mucho más, cuanto más tiempo pase, más se va a ver reflejada toda esa maduración, como el buen vino (ríe).

–En la plaza de Madrid, tuvo buenas actuaciones como novillero...

–La Puerta Grande ya la abriré, la tengo pendiente (ríe), pero podría haber salido a hombros tres tardes de las cinco que toreé. En mi debut; otra tarde al año siguiente, con una novillada del maestro Espartaco, y en una sustitución con novillos de Monte la Ermita; seguramente, la tarde más importante de mi carrera, sobre todo, en esa plaza, en la que podría haber cortado cuatro orejas si a uno lo hubiese descabellado y al otro le hubiese metido la espada. Las actuaciones ahí quedaron y en la memoria del aficionado están.

–Está seguro de que la afición de Madrid lo recuerda. ¿Cree que también lo espera?

Sí. Ha pasado mucho tiempo y, a veces, la memoria es frágil, pero, cuando se pega tan fuerte como creo que pegaron mi concepto y mi forma de torear en esa plaza, los buenos aficionados, los de verdad, los de toda la vida, los que son asiduos día tras día, esos todavía me recuerdan y todavía me esperan. Y, de hecho, me siguen cuando tengo oportunidad de torear fuera de esa plaza. Soy de los pocos que pueden presumir de que se van fuera de Madrid por verme.

–El sábado compartirá cartel con Borja Jiménez, claro ejemplo de que la lucha, el sacrificio y mantener la ilusión durante años, en el toreo, puede dar sus frutos...

–Así es. Es un ejemplo más de tantos, sobre todo, en esta última época que, por las circunstancias o porque los toreros son más longevos y las carreras de las figuras, que son los que copan los grandes carteles en las ferias duran mucho, hacen que, cada vez, sea más complicado que emerjan caras nuevas y, de ahí que, prácticamente, el 90 % de los novilleros punteros, como el caso de Borja Jiménez o el mío, tras mi paso por Madrid, después de tomar la alternativa, se queden parados. Eso le pasó a Borja y creo que ha estado ocho años sin torear casi nada. Y ahí está otro ejemplo más de que, cuando uno tiene fe en sí mismo y sabe perseverar y te llega la oportunidad, como el año pasado le llegó a él, la puedes aprovechar. Lo tomo como un buen ejemplo y tiene mi respeto y mi admiración, como tantos otros, como Urdiales, Ureña,... hay muchísimos ejemplos de toreros que han estado en el banquillo.

–En una historia similar a la de Jiménez, usted también llevaba ocho años sin vestirse de luces hasta la Copa Chenel del año pasado. ¿Qué le aportó su única actuación en el certamen?

–Imagínate, de no torear, de estar en el dique seco, prácticamente, durante ocho años sin poder vestir el traje de luces, sólo el hecho de volver a anunciarte ya es un toque de atención. Luego, lo fue más con la actuación tan seria y tan digna que creo que tuve con las circunstancias con las que iba. Lógicamente, uno quiere muchísimo más y yo aspiraba a mucho más. También, por cómo son las puntuaciones, que es un tema muy manido y muy polémico, estuvo en boca de todo el mundo el que una de las actuaciones del certamen se tuviera que quedar fuera por no poder optar a obtener toda la puntuación, que fue mi caso, ya que sólo pude estoquear un toro. Más, cuando se me dice que al año siguiente se va a contar conmigo y, luego, no se cumple con la palabra. ¿Me vino bien? Sí. Me puso otra vez de cara a la gente, fue televisado, lo vieron muchos aficionados y volví a ratificar lo que la gente esperaba de mí después de tanto tiempo, pero me hubiera gustado conseguir mucho más.

–¿Tiene más compromisos previstos esta temporada?

–Hay una cosa importante en el aire, que parece que va a salir a final de temporada en una plaza de primera, pero todavía no se puede decir nada. Y estamos pendientes de Madrid, me encantaría confirmar la alternativa y me encantaría la fecha del 15 de agosto; estamos detrás de ello y ojalá fuera ese día. Estamos tocándolo por todos los medios y estamos con fe. Preparados estamos, que sea cuando tenga que ser y será en su momento. Sinceramente, ahora estoy enfocado y no veo más allá del sábado; a partir de allí, ya iremos viendo. Depende de lo que ocurra porque no deja de ser un pueblo de Madrid, un cartel muy fuerte, con el maestro Ferrera y con el torero emergente ahora mismo, máximo triunfador de San Isidro, Borja Jiménez, y una ganadería también de garantías y a la que le tengo mucha fe y mucho cariño porque, últimamente, es de los pocos sitios donde he podido mantenerme como torero, que es Hermanos Cambronell.

–También tiene buena relación con la ganadería de Antonio Bañuelos que, además, es presidente de la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia. ¿Es de los pocos que le dan su apoyo?

–El martes he estado tentando allí. Es de las casas que he tenido abiertas durante estos años de no torear. Allí he contado siempre con el apoyo, primero, de un amigo y, luego, de un ganadero que tiene una de las ganaderías más importantes de España, que me hace disfrutar mucho de las embestidas de sus animales en el campo. Aparte, es, ahora mismo, un referente a nivel mundial en el toreo puesto que es presidente, como dices, de la unión más importante de ganaderos, que es la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia. Le tengo mucho que agradecer. También, a Hermanos Cambronell y a la familia de Fernando Madrazo. Son las tres familias a las que más cariño les tengo y a las que más les tengo que agradecer estos años que he estado sin torear.

–¿Qué cree que puede aportarle a la tauromaquia?

–No me considero ni mejor ni peor que nadie, pero sí tengo algo que me diferencia del resto, que es la personalidad. Además, cimentada sobre una base muy sólida de toreo clásico de toda la vida. Últimamente, cada vez se ve, por desgracia, menos ese tipo de toreo y esa forma de entender la tauromaquia. Quiero ser el estandarte del toreo clásico y creo que puedo aportar muchas cosas, sinceramente.

–¿Pesa ser el único torero en activo de la provincia?

–Mucho. He tenido momentos muy complicados porque vivo por torear y, cuando uno no tiene posibilidad de realizarse con su profesión y su forma de vida, es duro. Y tienes momentos de todo tipo, de tirar la toalla, de abandonar,... y, si hay una cosa que ha hecho que me haya mantenido durante estos años, es el sentirme responsable, en el sentido de que la llama de la afición, en parte, en Zamora depende de un torero como yo. Y también recuerdo mucho al maestro Andrés Vázquez, un símbolo para todo el toreo y, máxime, aquí, en nuestra Zamora. Siempre ha sido un espejo y, si me mantengo, es porque quiero honrar su memoria.

–Esta semana, se han cumplido dos años de su fallecimiento. ¿Cuánto influyó en usted?

–Imagínate. Al ser un referente en sí, no ya como paisano, sino como torero, ya lo ha sido para cualquiera, sea de donde sea. Así que, más, si cabe, siendo yo el único zamorano, el único discípulo, y me ha influido muchísimo, tanto a nivel taurino como a nivel personal. Ha sido un ejemplo.

–Hay tres chicos de la provincia en la Escuela Taurina de Salamanca. ¿Le gustaría que lleguen a tomar la alternativa y tener esa competencia dentro de unos años?

–Con uno de ellos, Erik Sotelo, tengo buena relación. Lógicamente, me gustaría. Uno siempre es un poco celoso para eso y le gusta ser el consentido, en el buen sentido, pero también es bonito ver que hay gente joven que se preocupa por esto y que, en estos tiempos tan duros para luchar por algo tan difícil y tan complejo como es el mundo del toro, se adentren en él, ya es de agradecer y de darle un mérito grande. Tienen mi apoyo, lo que pueda hacer por ellos lo voy a hacer y, ojalá, el día de mañana lleguen a ser toreros importantes y yo dure mucho y podamos torear. Y, como decía antes, que ellos también contribuyan a avivar la llama del toreo en Zamora.

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