La Bendición de los Conqueros se mantiene en Toro a pesar de la lluvia

Los "cagalentejas" de Jesús y Ánimas de la Campanilla reciben su vara y su conca bajo la atenta mirada de Nuestro Padre Jesús

La llamada de la corneta anunciaba que era el mediodía en punto en la Ciudad de las Leyes. Y la respuesta de otra corneta en el interior reafirmaba que, sí, ya estaba todo listo, como cada mañana de Jueves Santo, en la iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina. Aunque, esta vez, en su interior abarrotado de cofrades y devotos porque la lluvia ha impedido que el acto se celebrase bajo el cabildo del templo, a sus puertas.

La imagen de Nuestro Padre Jesús presidía la escena de la Bendición de los Conqueros desde el Altar Mayor de la iglesia y Simón de Cirene, tras Él, se aseguraba de que ningún detalle hubiese pasado inadvertido.

Los cuatro conqueros, vestidos con túnica y caperuz negro, salían desde la sacristía y tomaban su sitio tras el reclinatorio, frente a la imagen del Padre de la mano extendida. Con ellos, aparecían también los abades y escribanos de la hermandad, encargados de presidir el acto de bendición.

Un acto que, no por haberse desarrollado en el interior del templo en lugar de bajo el deslumbrante sol que suele ser costumbre, ha dejado de ser emotivo. Uno a uno, los ocho abades en ejercicio de la cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla fueron tomando la palabra para contextualizar el porqué de aquella escena y recordar a los cuatro "cagalentejas" el sentido de su misión.

Todos ellos, además, tuvieron palabras de recuerdo para quienes les inculcaron el amor por la cofradía o quienes los llevaron por primera vez a la procesión, palabras de afecto de unos a otros, que, tras seis años de abadía debido a la pandemia, ya se han convertido en "familia", y también palabras de cariño y agradecimiento para sus esposas y el resto de sus familiares: hijos, padres, abuelos, hermanos,... pilares imprescindibles y apoyo "incondicional" a su condición de cofrades y, ahora, de orgullosos abades de la hermandad de la madrugada nazarena toresana.

También los escribanos tomaron parte en el acto de bendición de los penitentes ya que aquellos ocho fueron los encargados de hacer entrega a los conqueros de los "utensilios" de los que se valdrán en este Jueves Santo y también, durante la procesión de la mañana del Viernes Santo: la vara y la conca con las que recorrerán las calles de Toro con la misión de pedir limosna para la cofradía "de manera insistente, pero elegante" y bajo juramento de silencio. "Recordad que no es a vosotros a quien os la niegan, sino a Jesús Nazareno", les alentaba uno de los abades.

Con su capillo bajado para guardar el anonimato, su vara y su conca, que "en otro tiempo, durmió en bodegas y lagares", los cuatro cagalentejas comenzaron a cumplir su tintineante y noble cometido dentro de las paredes de la iglesia de Santa Catalina, donde han empezado a recoger las limosnas de los devotos que, con su gesto de mano extendida, servirá para engrandecer la labor de la cofradía.

Entrada de nuevos hermanos

Tras la finalización del acto de Bendición de los Conqueros, la cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla ha dado entrada a 37 nuevos hermanos que, desde hoy, ya forman parte de la misma y en la que vestirán túnica morada o negra, a su elección.

Los abades en ejercicio, así como los abades viejos de la cofradía han leído los memoriales de ingreso de los hermanos solicitantes y, tras la aprobación de cada uno, los nuevos cofrades, entre los que se encuentran numerosos niños, han procedido a besar la insignia de los abades, gesto que sella su pertenencia y compromiso con la cofradía.