Oso, un compañero de cuatro patas en este colegio de Zamora

Los alumnos del centro de educación especial Virgen del Castillo aprenden a través de sesiones de canoterapia

Beatriz Blanco García

Beatriz Blanco García

Le encanta ser portero en los partidos de fútbol, es el primer voluntario para participar en las carreras por el gimnasio y sabe jugar en equipo. Pero también se tumba en el suelo cuando está agotado, ladra de felicidad y lame a sus compañeros. Es Oso, el perro labrador retriever que se ha convertido en un miembro más del colegio de educación especial Virgen del Castillo, donde acude a trabajar todas las semanas con su entrenador, Óscar Maniaga García, que tiene una larga trayectoria profesional utilizando a animales para realizar terapias con niños y adolescentes con diferentes afecciones.

"Los perros conocen muy bien el lenguaje corporal de cada usuario, a ellos le transmite mucho y saben cómo tratar a cada uno", asegura el monitor, quien en el pasado curso trabajó con un pequeño tekel. Pero reconoce que la raza de Oso es especial para estas terapias, "aunque todos los perros valen, con 49 días ya puedes empezar a entrenarlos". Eso está haciendo en estas fechas, porque su intención es llevar al colegio un bigel el próximo curso.

Oso sabe cada lunes lo que toca y empieza a emocionarse cuando se da cuenta de que están llegando al barrio de Pinilla, donde se ubica este colegio. "Le mando tumbarse mil veces, sobre todo cuando ya estamos aquí. Pero lo que más odia un animal, como le pasa a los humanos, son las órdenes por imposición, por eso yo trabajo a través del juego", explica el entrenador.

Oso, atento al balón antes de que lo chute Iker para evitar que le metan un gol. | Miguel Ángel Lorenzo

Oso, atento al balón antes de que lo chute Iker para evitar que le metan un gol. | Miguel Ángel Lorenzo / B. Blanco García

Y con diferentes juegos, adaptados a las características de cada niño, es como se programan las sesiones de los lunes. Son los profesores del colegio quienes seleccionan a los usuarios "y se ve si es viable o se le puede sacar provecho a partir de ciertas sesiones", detalla la directora, Yoana Prieto. De esta forma, aunque en el colegio hay 73 alumnos, en este pasado curso han participado una decena de niños en canoterapia, "a los que de verdad les iba a ayudar estos talleres", justifica.

La terapia canina con los alumnos del colegio Virgen del Castillo se realiza desde hace ya dos cursos gracias a la generosidad de la ONG Corriendo con el Corazón por Hugo, que financia este tratamiento en el centro escolar, para que sus alumnos se beneficien de este contacto tan especial con los animales.

En grupos con un máximo de tres alumnos, "para que sea más productiva y se aproveche mejor la sesión", comienza el taller en el gimnasio del colegio, en el que se multiplican las anécdotas. Desde aquel niño que tenía pánico a los perros y terminó acercándose "aunque todavía sin atreverse a tocarlo", hasta la infinita paciencia de Oso, que se dejó arrastrar en una ocasión por todo el suelo agarrado de la cola. "Es un perro muy tranquilo e iba resignado", recuerda Maniaga.

Leo pasea a Oso por el gimnasio, agarrando la correa. | M. A. L.

Leo pasea a Oso por el gimnasio, agarrando la correa. | M. A. L. / B. Blanco García

Y es que el rabo es una de las partes más hipnóticas para estos niños. "A los que tienen trastorno del espectro autista les encanta ver cómo se mueve de esa forma tan rítmica y se ponen detrás, para sentir el golpeteo en sus piernas. Eso sí, muchos no se atreven a tocarlo, aunque alguno ha llegado a rascarle la barriga", comenta el entrenador para señalar cómo reacciona cada niño de manera diferente y los avances que se logran.

Oso espera a que le pongan el arnés para dar un paseo con cada niño, siguiendo su paso tranquilo, adaptándose a su movimiento. O se acerca a "saludar" a otra que está sentada y apenas expresa sus emociones, pero él consigue arrancarle una sonrisa y, en alguna ocasión, incluso una carcajada. Una de las actividades que han tenido más éxito en este curso ha sido el fútbol. Concentrado, Oso se coloca en la improvisada portería esperando a que le tiren el balón para pararlo con todas sus ganas, recogiendo después la pelota para entregarla.

Oso se acerca a Aroha, encantada de tener al perro cerca. | M. A. L.

Oso se acerca a Aroha, encantada de tener al perro cerca. | M. A. L. / B. Blanco García

Desde el centro escolar, Rebeca Haering Keenan solo tiene buenas palabras sobre la experiencia de estos dos cursos trabajando con Óscar y sus canes. "No solo hemos conseguido que algunos niños le pierdan en miedo a los perros, sino que aprenden a centrar la atención", señala la profesora, poniendo como ejemplo a un alumno con TEA que pierde su característica estereotipia —movimientos repetitivos— cuando coge la correa para pasear a Oso. "Es como que se centra, que acompaña el movimiento del perro. Son pequeñas cosas, pero para nosotros es algo maravilloso", reconoce Haering, quien añade que, para los niños, este tipo de actividades con el perro son muy motivacionales.

El curso ha finalizado, pero todo apunta a que la canoterapia se retome en septiembre, gracias a Corriendo con el Corazón por Hugo, que seguirá atendiendo a estas necesidades mientras pueda aportar la financiación necesaria.

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