Felipe Sotelo | Conductor de una carroceta

“Nunca había visto un fuego tan violento y descontrolado”

“Los pueblos están llenos de maleza, abandonados; ya no hay ganado que limpie ni sembrados que paren las llamas”

FELIPE SOTELO

FELIPE SOTELO

Felipe Sotelo Romero acumula 19 años de experiencia en extinción de incendios, ahora al volante de una carroceta, la Charlie 10 de la comarca de Tábara. Ha participado en la extinción del incendio de Losacio desde su inicio, la tarde del domingo 17 de julio, una de las misiones más difíciles junto con el fuego de la Sierra de la Culebra de hace un mes. Como tantos compañeros, este conductor ha combatido en la primera línea pasando por momentos comprometidos en un fuego que ha sido “extremadamente rápido y virulento”.

–Ha participado en la extinción del incendio desde su inicio, ¿cómo empezó todo?

–Empezó por un rayo, una tormenta eléctrica seca en una loma de la sierra de Losacio. Nos dijeron que incluso había llovido algo y es verdad porque se veía la carretera algo mojada. Esta vez no ha prendido nadie, fue la tormenta.

–¿Cómo recibieron el aviso?

–Nos había mandado desde el CPM (Centro Provincial de Mando) de Zamora a La Encomienda porque había otro incendio en la parte de Toro y para cubrir más zona. Otra carroceta, la 9, estaba en Ferreras. El humo lo empezó a ver el puesto de La Pedrizona en Ferreras, pero como tiene una ladera no se divisaba la raíz. Cuando nos dieron el aviso para dirigirnos a Losacio, salimos de La Encomienda y desde la carretera se veía el humo perfectamente. Informamos a Zamora de que mandara medios porque estaba cogiendo mucha fuerza, lo estábamos ya viendo. Zamora empezó a enviar medios, pero hacía mucho aire y calor. Se descontroló. No hay persona que detenga una incendio de esa envergadura. Todo fue muy rápido.

–¿Por qué intuyeron desde el principio que podría ser un fuego de gran magnitud?

–Por el humo negro, porque estaba quemando y formando una columna muy grande. Llevo 19 años en esto y se cómo evolucionan los fuegos, se veía que eso pequeño no iba a ser. Con el aire que hacía esa tarde, una velocidad tremenda, ves que puede ser complicado. Empieza a prender y con ese viento se van haciendo muchas lenguas. Cuando te metes, las rachas te llevan de un lado a otro y te puede pasar lo que al compañero (el brigadista fallecido). El fuego era la leche, cada 15 ó 20 minutos cambiaba el aire. En los “normales”, arde y más o menos lo vas viendo, pero en este cada poco nos cambiaba. Pensabas que te metías en un sitio seguro y al momento resulta que tenías que salir corriendo.

–¿Se ha visto envuelto en situaciones comprometidas?

–Tres veces esa primera noche. Una fue a la entrada de San Martín de Tábara, de donde tuvimos que salir corriendo. Estábamos cargando la carroceta a la entrada del pueblo y a los diez minutos tenía el fuego allí porque el viento había cambiado de dirección. No nos podíamos imaginar que iba a llegar tan rápido a San Martín. Era una cosa brutal. De pronto se puso todo negro y me tocó soltar la manguera de la hidrante a toda velocidad y montar con la dotación para salir de allí pitando porque ves que no tienes oxígeno. El problema de los incendios muchas veces no es tanto el fuego como el humo, que te intoxica, no ves nada y pierdes el conocimiento. Después viene el fuego. Pero de momento te queda drogado y caes como una mosca. Esas situaciones ya las he vivido alguna vez, sé lo que pasa.

Con las rachas de aire que había, el humo era imprevisible; estabas en un sitio y a los diez minutos tenías que largarte. Hemos intentado hacer contrafuegos, en algunos, cuando habíamos empezado nos ha cambiado el aire y nos hemos tenido que largar

–Dice que vivió otros momentos críticos.

–En Escober nos volvió a pasar. Estábamos defendiendo una nave de ganado y casas, cambió el aire y nos tuvimos que refugiar dentro de las casas y en las calles del pueblo hasta que pasara la humareda porque nos intoxicaba. Con las rachas de aire que había, el humo era imprevisible; estabas en un sitio y a los diez minutos tenías que largarte. Hemos intentado hacer contrafuegos, alguno nos ha salido bien y en otros, cuando habíamos empezado nos ha cambiado el aire y nos hemos tenido que largar.

–¿Puede llegar un momento que se pierda la capacidad de extinción y es imposible combatir el fuego?

–Totalmente. Esto es como cuando el COVID, que entran mil enfermos pero nada más tenemos 20 sanitarios; llega un momento que colapsa. Es lo que ha pasado. Ni medios aéreos, humanos, terrestres ni nada, era imparable porque estaba desbordado. Por mucho que mandara medios la Administración ya no se podía hacer nada. La cuestión es que el monte está lleno de maleza. Hay que desbrozar, tenerlo más limpio y eso hay que hacerlo en invierno. Los pueblos están abandonados. Si te viene un fuego tan violento como este al final las consecuencias son terribles, como ha pasado.

–Se habla de los fuegos de sexta generación, incontrolables, de una magnitud casi desconocida.

–Sí. Ahora es todo diferente, antes las estaciones eran normales, llovía cuando tenía que llover y hacía calor cuando tocaba. Ahora no.

–¿Entonces la manera de afrontar un fuego es mucho más peligrosa?

–Totalmente. Yo me he tirado años en Sanabria y La Carballeda, he ido a muchísimos fuegos de rayo a la sierra y no tiene nada que ver con lo que está pasando ahora. Antes los veías, daba tiempo a reaccionar. Pero con estas temperaturas de casi cuarenta grados que hemos tenido y estos vientos tan fuertes y tanta vegetación es muy difícil llegar a extinguirlo.

Me he tirado años en Sanabria y La Carballeda, he ido a muchísimos fuegos de rayo a la sierra y no tiene nada que ver con lo que está pasando ahora

–Dos de los mayores incendios de la historia en apenas un mes en Zamora ¿Qué está pasando?

–El problema es que los pueblos están abandonados, no hay ganado. El ganado desbroza, limpia. Tiene que haber incentivos para que la gente se quede en los pueblos, que no se vaya la juventud. El panorama de los pueblos ha cambiado totalmente, por eso los fuegos ya no son lo mismo. Antes se quemaba, pero en cuanto había un sembrado se paraba. Ahora está todo perdido y pasan cosas como lo que hemos vivido en estos dos incendios. Se pierden vidas humanas, la gente lo pasa muy mal. Hemos vivido situaciones muy complicadas, yo tengo a un compañero vivo de milagro.

–Otro desagraciadamente no pudo salvarse. ¿Cómo se vive la muerte de un compañero cuando se está trabajando en condiciones tan extremas?

–No me hagas esa pregunta porque…. Te queda machacado porque lo estás viviendo, sabes lo que ha pasado, y después sabes cómo está el monte.

–Ante ese frente de fuego tan enorme es como una lucha de David contra Goliat, parece un milagro que se hayan podido salvar pueblos.

–Hay gente que lleva mucho tiempo, tiene experiencia, se intentan hacer quemas controladas para detener el fuego. Y pueden llegar a ser efectivas, pero hay veces que con estos aires es imposible.

–Los vecinos, especialmente los agricultores, se han puesto a hacer cortafuegos para salvar las naves y pueblos, pero se quejan de que les ponían trabas.

–Los tractores claro que ayudan, lo que pasa que te llega gente voluntaria y cómo le dices que sí. Pasa algo y luego qué. Nosotros no podemos asumir esa responsabilidad. Si hay riesgo para nosotros imagínate la gente que no va protegida ni está preparada. Pero claro que tenemos mucho de agradecer. Muchas veces hemos llegando a un fuego y nos lo tenían rodeado los tractores. Cuando llegamos lo extinguimos porque de ahí ya no sale. Hacen una labor muy grande. La gente en ese sentido sí se compromete. Lo que no puede ser es andar con una rama ante un incendio como el que hemos tenido. Es normal que le digan a la gente que se vaya porque es mucho el riesgo que se corre. Ya no es tanto el fuego, es que el humo te deja KO. No es ninguna broma. Entendemos la buena voluntad, pero hay veces que pueden entorpecer la labor o llegar a un fracaso como lamentablemente ha pasado con el compañero. Eso sería imperdonable.

–Cuando se trabaja con tanta presión, esa intensidad, recibiendo noticias devastadoras... ¿es capaz de descansar cuando llega a casa?

–Hay veces que no es fácil, pero ya llevas unos años en esto y te vas acostumbrando al trabajo. Esta vez ha sido duro. Jornadas a 40 grados, con monos que están preparados para los fuegos pero que no transpiran. Puedes llegar a beber 8 o 10 litros de dos sentadas, porque te estás deshidratando.

Ha sido duro. Jornadas a 40 grados, con monos que están preparados para los fuegos pero que no transpiran. Puedes llegar a beber 8 o 10 litros de dos sentadas, porque te estás deshidratando

–¿Ha sido el incendio más complicado al que se ha enfrentado?

–Este y el de hace un mes en la Sierra de la Culebra. Nunca había visto fuegos tan violentos, tan grandes y descontrolados. Son problemáticos también para los medios aéreos porque cuando se prepara un fuego tan grande con el humo no pueden bajar, no ven, no se pueden acercar.

–¿Aprenderemos algo después de estas experiencias tan trágicas?

–Esto pasa como los accidentes de tráfico, cuando se han matado 20 en una curva después hacen una recta.

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