Callejero de Zamora: ¿Quiénes son los que dan nombre a las calles de Zamora?

Personas con talento en múltiples disciplinas dan nombre a las calles de la capital, a pesar de haber caído en el olvido en el transcurso de los años

Transeúntes caminan en pareja por la vía dedicada a Miguel Berdión Álvarez. | Ana Burrieza

Transeúntes caminan en pareja por la vía dedicada a Miguel Berdión Álvarez. | Ana Burrieza

Paula Fernández

En la vorágine de la vida moderna, debido a la prisa y el ensimismamiento, los transeúntes están más enfocados en llegar a su destino que en pararse a contemplar la magnificencia de los edificios, esculturas y monumentos que los rodean o la Historia de los lugares que recorren.

Un paseo tranquilo permite la toma de consciencia de lo que hay alrededor del observante. El sosegado trayecto por Zamora desvela que la existencia no es más que un paso efímero en un camino recorrido por otros muchos. Por ello, caminar con calma por la ciudad castellanoleonesa consigue que el egocentrismo presente hoy en día se desvanezca gracias a la observación de sus calles y a las preguntas que suscitan las figuras que dan nombre a cada rincón.

Pianista Berdión

10:20 de la mañana en la vía dedicada al pianista. A primera vista parece solitaria, pues pocas personas pasan por ella y, de hacerlo, el motivo principal reside en su prisa por llegar a la rúa perpendicular, San Torcuato, o a la Iglesia de San Esteban.

Desde la terraza de la cafetería Havana se aprecia a una mujer de mediana edad sentada en un banco de piedra situado al medio de la calle, mientras el resto de viandantes parece tener prisa por llegar a su destino. El paso de la escasa población que por allí circula es frenético en comparación con el ritmo de la mujer, cuyo propósito parece ser el disfrute de la calma que se respira en la zona. Pero, ¿se preguntará en su quietud quién fue Berdión?

El pianista fue una de las destacadas figuras que da nombre a una de las calles de la ciudad, pero, como suele acontecer cuando uno pasea por primera vez en un determinado lugar, el viandante no repara en el motivo que ha llevado a la elección del nombre de la calle o barrio. En este caso, Berdión es una figura importante de la ciudad por su fama internacional como músico.

El célebre intérprete nació el 3 de octubre de 1896 en Zamora y, curiosamente, además de compartir nombre con su padre, compartían gremio, puesto que éste trabajaba como profesor de música, era director del Orfeón de Zamora, pianista del casino de la ciudad y organista en varias Iglesias.

Miguel Berdión Álvarez fue una figura muy querida por la prensa, a nivel local y nacional, ya que algunos medios lo tildaban de inteligente y reputado maestro y afirmaban que estaba dotado de innegable competencia musical. Además, tenía relación con reconocidas personalidades de la época, como García Lorca y Stravinsky.

Más allá de su talento en el ámbito de la música, destacó por su labor humanitaria. Su solidaridad lo llevó a realizar labores sociales como dar clases gratuitas de música a aquellos que no tenían dinero suficiente para pagarlas y aprender el método de notación braille para poder dar clases a personas invidentes.

Con su obra "La argentinita", alcanzó la fama internacional gracias a las tres giras que realizó entre 1929 y 1930 en Estados Unidos, Japón, Canadá y Europa. Su éxito fue tal que figuró en un artículo del New York Times. A su regreso a España, lo nombraron hijo predilecto de Zamora en 1932. Falleció en su ciudad natal el 1 de febrero de 1968.

La calle que el Ayuntamiento de Zamora le dedicó es, a pesar de la grandeza del pianista y de su extendida fama, poco luminosa y por ella apenas circula tráfico. El olvido ha hecho mella en la figura del compositor, de tal modo que una de las dos placas con el nombre de la calle en su inicio, carece de la letra "e" de su apellido.

Aunque el tráfico es escaso, se aprecia un pequeño ecosistema vital marcado por los edificios y los comercios a los que los vecinos acuden para cubrir sus necesidades. Entre los pequeños negocios de la vía se encuentran un centro de optometría, una tienda de alimentación y panadería y un centro de decoración y hogar.

Lo más llamativo de esta ubicación es el contraste entre el flujo de peatones de San Torcuato y el de la Calle del Pianista Berdión. Es una fiel representación del claroscuro característico de las obras de Rembrandt.

Alfonso de Castro

El sol ilumina la mitad más próxima a San Torcuato de la rúa dedicada a esta afamada figura. La sombra se cierne sobre la zona más próxima a Santa Clara, una de las más concurridas por la popularidad de los pinchos que se preparan en sus bares. El paso del tiempo ejemplifica a la perfección la poca capacidad de retención de la memoria. El transcurso de los años provoca el olvido de personas importantes que dejaron su huella.

Una de estas personas es Alfonso de Castro, una gran identidad del siglo XVI con un legado significativo en los ámbitos nacional e internacional. Nació en 1495 y, legitimado el canónigo Cristóbal de Castro, terminó la formación inicial en Alcalá y Salamanca. Durante su etapa académica destacó por su destreza en cuestiones teológicas y jurídicas.

En 1510 ingresó en la Orden Franciscana, donde comenzó la cúspide de su carrera como teólogo y jurista. Resaltó como predicador y educador en Salamanca, por lo que ganó reconocimiento por sus escritos y discursos de temas controversiales, como la represión de herejías.

Castro no solo se limitó al ámbito académico, ya que también trabajó como consejero real y como diplomático. Asesoró a Carlos V en Flandes sobre temas legales y teológicos en un momento de profundos cambios sociales. Su importancia a nivel internacional se terminó de consolidar con su participación en el Concilio de Trento, con la ferviente defensa de las doctrinas católicas contra las críticas protestantes.

Luces y sombras en la rúa de Alfonso de Castro mientras esta comienza a  llenarse. | Ana Burrieza

Luces y sombras en la rúa de Alfonso de Castro mientras esta comienza a llenarse. | Ana Burrieza / Paula Fernández

Además, Felipe II lo envió a misiones diplomáticas clave por su valor como consejero y su participación en el matrimonio con María Tudor en Inglaterra resultó ser clave. Su obra y pensamiento mantuvieron su relevancia incluso después de su muerte en 1558 en Bruselas.

Con motivo de honrar su memoria personal y su contribución al pensamiento jurídico, teológico y político de la España renacentista y la Europa de su tiempo se le dio su nombre a una vía de Zamora.

La calle de Alfonso de Castro es tan amplia como su contribución al mundo jurídico y al ámbito teológico. A pesar de ser uno de los lugares más visitados de la ciudad, apenas se conoce la obra de la personalidad que le da nombre. El desconocimiento provoca que la calle del jurista sea conocida popularmente como "la calle de los pinchos".

Es una ubicación llena de términos enfrentados: edificios llenos de vida y edificios desalojados, ruina y abastecimiento, actividad diurna y actividad nocturna. Esta división tan definida resulta pintoresca y la amplitud de la vía es un notable reflejo de la obra de Alfonso de Castro.

Sor Dositea Andrés

La pandemia de COVID-19 fue una de las tragedias más grandes a las que ha tenido que enfrentarse la sociedad actual. Como toda desgracia, esta también tuvo su lado positivo: la solidaridad ciudadana. El máximo esplendor de solidaridad lo encontramos en la mujer que da nombre a la calle referida.

Sor Dositea Andrés Marín nació el 7 de mayo de 1863 en Valencia y se unió a la Congregación de Siervas de María el 24 de diciembre de 1891. Su rumbo vital estuvo marcado por su carácter servicial y su sencillez. Hizo labores humanitarias en diversas comunidades como Ponferrada, Astorga, Nava del Rey y Zamora.

Hizo servicios comunitarios en Zamora desde 1903, pero la actividad más intensa de ayuda a la comunidad se produjo con la llegada a la ciudad de una devastadora epidemia de gripe en 1918, la cual afectó especialmente a las clases más humildes y mal alimentadas. Se dedicó con entrega total al cuidado de los enfermos, incluidos los soldados afectados que estaban destinados en el Castillo de la provincia. A pesar del riesgo y la fatiga, su compasión y dedicación fueron una gran fuente de inspiración, admiración y consuelo entre los afectados.

Su lucha contra la gripe terminó en tragedia, ya que contrajo la enfermedad y falleció en septiembre de 1918. Su muerte conmovió profundamente a los zamoranos, quienes la tenían tan alta estima que la consideraban una heroína y una ejemplar Sierva de María.

En honor a su heroico sacrificio por la ayuda prestada a los más necesitados en los momentos álgidos del azote de la gripe y la pobreza, el Ayuntamiento de Zamora erigió una lápida conmemorativa en el Castillo, donde también le dedicó una calle.

Un paseo por la travesía dedicada a Sor Dositea resulta de lo más apacible. A su entrada, tras abandonar la calle de las Damas, llama la atención la calma que se respira cuando se contemplan las vistas a la calle San Martín que ofrece el mirador, la fuente con forma de triángulo escaleno y el desierto parque infantil.

Un hombre pasea con total tranquilidad por la calle que homenajea a Sor Dositea Andrés. | Jose Luis Fernández

Un hombre pasea con total tranquilidad por la calle que homenajea a Sor Dositea Andrés. | Jose Luis Fernández / Paula Fernández

En la zona solo se ve a dos mujeres mayores inmersas en actividades totalmente dispares. La primera de ellas vela por la seguridad de su nieto mientras este construye un castillo con la arena de la zona de juegos infantil. La inocencia obra milagros y consigue que un puñado de arena reunido en un montón quede registrado en la mente del pequeño como si de un verdadero castillo se tratara.

La otra fémina se dedica a pasar su bastón con la lentitud que solo el paso del tiempo permite. Destaca el lugar en el que ha dedicido sentarse. Aunque tiene los bancos a poca distancia del mirador y de la curiosa fuente, ha decidido sentarse en uno con las vistas menos estilísticas del lugar.

Enfrente de ella tiene un edificio abandonado con una enorme cristalera sucia cubierta por papel desgastado en algunas de sus partes. Según las palabras de la propia señora, esa fachada pertenece al Ayuntamiento, que la mandó construir en su día para realizar actividades relacionadas con la Semana Santa.

Pero esas vistas tan hoscas quedan atrás cuando uno avanza. Unos pocos metros más lejos de la construcción abandonada, se ve de cerca un edificio de dimensiones imponentes perfectamente conservado: la Congregación de Siervas de María. En él hay un patio con plantas cuidadosamente mantenidas que, junto a la melodía afinada de los pájaros, convierten la zona en un lugar idílico para la reflexión. Actualmente, pertenece a Cáritas de la sede Diocesana de Zamora.

Gracias a los nombres de las calles que recorren los pocos paseantes de hoy, se desvelan los entresijos de la ciudad y las vidas de figuras muy talentosas y serviciales que, en su día, dejaron una huella imborrable.

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