Entrevista | Antonio Pedrero Pintor zamorano

"Instalaría esculturas sobre el Cerco de Zamora desde la Puerta de la Feria hasta Olivares"

"La recuperación y actualización del planteamiento de las bienales sería un recurso turístico que atraería y complementaría al románico"

Antonio Pedrero, junto a cuadros de su exposición.

Antonio Pedrero, junto a cuadros de su exposición. / José Luis Fernández

Natalia Sánchez

Natalia Sánchez

La creación pictórica de Antonio Pedrero protagoniza dos exposiciones en la ciudad, una en el Museo de Zamora y la otra en la Biblioteca Pública de Zamora.

–¿Cómo surgen las dos muestras que tiene ahora mismo?

–Ha sido una total coincidencia. Yo he expuesto poco en mi vida, pero se ha dado las circunstancias de que han coincidido en el tiempo. La dedicada al Cerco ha sido una exposición que he montado de principio a fin. Para mí ha sido una paliza, un gran estrés, y prueba de ello fue que caí enfermo el día de la inauguración.

–¿Cómo nació?

–El planteamiento era antiguo porque lo tenía en mi mente desde hace tiempo, ya que la temática del Cerco de Zamora la he pintado mucho, pero no sabía cómo iba a resultar. La posibilidad de exponer surge a raíz de una actividad que se hizo en la Biblioteca Pública donde expliqué, entre otras obras, los murales que yo había realizado para la Casa de la Cultura. Tras ella, el director del centro me comentó la posibilidad de unir la plástica y la literatura relacionada con el Cerco.

–La literatura también guarda relación con su vinculación con este episodio histórico zamorano.

–Es un capítulo que todos los zamoranos tenemos muy presente. Cuando tenía 17 años y estudiaba Bellas Artes en la escuela de San Fernando de Madrid, compré un libro, en la Cuesta de Moyano, de Cesáreo Fernández Duro de 1850, que me maravilló. Ese libro fue una revelación y me causó un gran interés pictórico porque no había nada en la plástica sobre el Cerco.

–Y entonces, ¿empezó a pintarlo usted?

–Sí. Comencé a imaginarme la historia. Cuando regresé a Zamora, estando en la mili, porque me tocó en Zamora, me encargaron un cuadro sobre la figura de Arias Gonzalo para el edificio de la actual Subdelegación del Gobierno. El que me habló del proyecto fue el alcalde de entonces, Gerardo Pastor, y le planteé agrandar el tema al Cerco.

VÍDEO | La visión de Antonio Pedrero del Cerco de Zamora puebla la Biblioteca Pública de Zamora

N. S.

–¿Resultó compleja esa ampliación temática?

–No. Me dijo que presentara un boceto. Yo planteé como unas figuras aladas a modo de retablo, pero encarecía mucho porque había una repetición de personajes y finalmente se plasmó en un mural.

–La buena acogida que tuvo la obra ¿hizo que se quedara en Zamora?

–Sí porque yo ya tenía hasta un domicilio para irme a vivir a Barcelona. Tras este mural me surgieron muchos encargos, premios...

Las instituciones deben unirse para realizar exposiciones monográficas cada año sobre un artista zamorano, porque se descubriría a creadores muy interesantes

–El Cerco hizo que usted se quedara en Zamora, pero ha sido una temática que le ha acompañado en toda su trayectoria.

–Efectivamente. Ha sido un tema de toda mi vida. Creo que lo he seguido trabajando porque tras el boceto inicial de las escenas aisladas me fueron surgiendo encargos relacionados muchos con la temática, como se puede comprobar en la exposición.

–¿Cómo ha logrado reunir la veintena de obras, muchas de ellas en manos privadas?

–He tenido que ir contactando directamente con los propietarios, a quienes agradezco la cesión de las piezas. No obstante, algunas no se han podido exponer porque no sé en qué manos están ahora. La muestra empieza con los bocetos del mural de la Subdelegación y los bocetos aislados que hice posteriormente, también hay estudios a carboncillo, a tinta, lapicero. También la integran óleos de vistas de Zamora porque la ciudad yo la he pintado mucho, sobre todo, la ciudad antigua hasta el primer recinto amurallado.

–¿Ha sido duro consigo mismo en el reencuentro con estas obras algunas de las cuales superas el medio siglo?

–Para mí ha sido una grata sorpresa, incluso ha aumentado mis expectativas de la exposición. Sin embargo, hay cosas de las obras que quizás hubiera cambiado, pero es otra edad y otro momento distinto. Además, uno de los bocetos expuestos no lo veía desde 1961 y nunca se ha mostrado, puesto que está en manos de familiares del zamorano Luis Rodríguez de Miguel, pues se lo regalaron ya que era el ministro de la Gobernación.

–Esta exposición ¿representa un sueño cumplido?

–Sí, incluso ha resultado mejor que lo que yo esperaba. Además al público le está gustando y hacerlo en la biblioteca, sin duda, es un acierto porque la plástica y la literatura van de mano.

–Desde su punto de vista ¿se debería potenciar el conocimiento y divulgación del Cerco?

–Sin ninguna duda. Zamora no está a la altura de su historia. En la comisión de fiestas en los años 70 se quiso llevar a cabo unas justas, lo que entonces era carísimo. Ahora podría instaurarse la celebración de unas justas anualmente en el Campo de la Verdad en otoño, por ejemplo, que fueran atractivas. Además, ahora que se va a liberar la muralla, lo que me parece muy bien, apostaría por ubicar en toda la Puerta de la Feria un espacio temático dedicado al Cerco con esculturas. Una especie de parque artístico desde la Puerta de la Feria hasta Olivares, hasta el Campo de la Verdad. Arrancaría en el trampantojo que hay mío del Cerco y luego dedicaría un espacio para la literatura sobre el episodio histórico para luego plantear un paseo por la muralla acompañado de esculturas de los distintos personajes y rematar en el Campo de la Verdad. Es una temática muy interesante y es algo que solo tenemos nosotros.

Antonio Pedrero junto a un cuadro de la representación del Cerco de Zamora.

Antonio Pedrero junto a un cuadro de la representación del Cerco de Zamora. / José Luis Fernández

–¿Recurriría a artistas locales, a alumnos de la Escuela de Arte y Superior de Diseño...?

–Primero zamoranos y luego ampliable a todo el que quisiera a a través de un concurso público. Ojalá alguien se lo tome en serio porque, si hay voluntad, salen las cosas adelante. Como ejemplo Miguel Gamazo, que cuando fue alcalde sacó adelante muchos proyectos culturales como la Bienal de Escultura, la de Pintura... porque existía una voluntad. Sin duda sería un recurso turístico más que atraería y completaría la puesta en valor del románico que quiere realizar la Diócesis de Zamora con la Fundación ZamorArte, que va a ser algo excelente para la provincia y para la apuesta por el turismo de calidad.

–En otro espacio cultural, la sala de temporales del Museo de Zamora, tiene la exposición titulada "Antonio Pedrero. Zamora en la mirada".

–Me lo propuso hace un tiempo que su directora, Rosario García Rozas. Desde mi punto de vista el conservador Alberto del Olmo ha hecho un recorrido muy interesante y para mí muy original. Es como él me ve a mí y él tenía muy claro qué cuadros quería que se mostraran. La mayoría de las obras que se ven pertenecen a mi colección particular y otras son aportaciones de instituciones o de particulares.

Nunca he sido consciente de ser maestro de ningún otro artista, tú haces tu obra sin más pretensiones

–De la selección de obras, ¿qué le ha sorprendido?

–Uno tiene cierto pudor (risas). Hay piezas inéditas como una obra titulada "Pastoral" del Lago de Sanabria, también se exhibe el trabajo que hice para la plaza de dibujo nacional sobre la figura en movimiento, titulado "Volata", una obra realizada en el año 1985. Les he prometido que iría a hacer una visita guiada. Además, en estos momentos se están preparando los catálogos de las dos exposiciones para lo que he buscado colaboraciones porque ni la Biblioteca ni el Museo de Zamora los efectúan ya. Las exposiciones pasan y lo que te queda son los catálogos.

–Con estas dos exposiciones se da visibilidad a su obra y a un representante vivo de la Escuela de San Ildefonso.

–Es un pecado no haya ningún reconocimiento para la Escuela de San Ildefonso, que fue un revulsivo en Zamora. Nunca habrá un grupo tan grande de artistas que surgió de la dura posguerra, que tenía mucho entusiasmo y éramos una piña. Recuerdo que cuando fui a ella, con diez años, me dijeron que llevara un tablero porque ni tenían y arranqué una madera de un perchero de mi casa. Solo quedamos Higinio Vázquez, Tomás Crespo Rivera, Pepe Seco o Jaime Domínguez. Yo he pedido y pido un espacio para la exposición permanente para exhibir la obra de autores locales tan importante como Abrantes, Luis Quico o Pedro Laperal, un autor de relieve internacional y muy desconocido, entre otros muchos creadores que cuentan con obra diseminada muy interesante y que han demostrado su valía.

–¿Y sigue apostando por exhibirla en el antiguo Palacio de la Diputación?

–Sí, para mí es el mejor emplazamiento, aunque parece ser que tienen otra finalidad para ese edificio. Deberían de ponerse de acuerdo las instituciones para realizar monográficas cada año sobre un artista zamorano, resucitar a un personaje que, sin duda, iba a ser sorpresivo porque hay autores muy interesantes como Gallego Marquina, Delhy Tejero... También hay autores contemporáneos muy relevantes como José María Mezquita, Toño Barreiro o el joven Diego Benéitez .

Zamora no está a la altura de su historia y hace falta un movimiento cultural unido y fuerte que haría mucho bien a la ciudad

–Muchos nuevos valores artísticos tienen en usted a un maestro, a todo un referente.

–Yo nunca he sido consciente, tú haces tu obra sin más pretensiones. No obstante, resulta muy gratificante que un artista como José María Causante diga que es artista como consecuencia del cuadro de "La golondrina".

–¿Es quizás su obra más emblemática?

–Yo creo que sí. Es una obra que quiero muchísimo porque es más que un cuadro. Es mi infancia, es mi juventud. Es un homenaje a la sociedad de los años 50, una Zamora más aldeana de la que yo guardo un gran recuerdo.

–¿De quién se reconoce usted influenciado?

–Por Castilviejo y Bedate que fueron mis primeros maestros. Luego tú agrandas tu visión en una época en la que España estaba muy aislada de las corrientes internacionales, pero ahí estaba el Museo del Prado. Vázquez Díaz digo que es mi maestro por adopción, ya que fue el hombre que me descubrió la interpretación en el arte. Para mí el arte es una interpretación del individuo y el siglo XX así lo ha demostrado porque se han abierto ventanas muy distintas e interesantes. Yo soy figurativo, aunque me ha interesado mucho lo abstracto.

–Atesora una amplia trayectoria y sigue pintando, ¿tiene algún proyecto en cartera?

–Una amplia exposición en Madrid. La capital de España fue mi lugar de formación, allí quiero realizar una exposición. Quiero llevar formatos grandes, por lo que necesito una sala amplia y estamos barajando varios emplazamientos, pero me gustaría en la Casa de Vacas. Mi objetivo es llevarla a cabo de aquí a dos años. Con mi edad hay que hacerla sí o sí (risas).

Antonio Pedrero junto a uno de sus cuadros de la ciudad de Zamora.

Antonio Pedrero junto a uno de sus cuadros de la ciudad de Zamora. / José Luis Fernández

–¿Se ha arrepentido en algún momento de haberse quedado en Zamora?

–No. Barcelona me atraía por la cercanía a París, pero el destino te lleva a donde tienes que ir. En Zamora tuve contacto con artistas como Alberto de la Torre, con Tundidor o con Claudio Rodríguez que demuestran la potencialidad que tiene esta tierra.

–Usted ha conocido a gente muy interesante...

–Yo he tenido la suerte de ser muy amigo de dos grandes poetas: Claudio Rodríguez y Jesús Hilario Tundidor. Claudio fue el espejo en el que todos nos miramos porque él triunfó muy joven. He tenido mucha suerte por paisanaje, realmente. Todos los compañeros han sido estimulantes para mí. Tundidor, Alberto de la Torre y yo éramos como hermanos, íbamos por los pueblos para descubrir la provincia, que tiene un gran encanto, algo que empezó a desaparecer cuando empezaron a construirse los chalets.

Me temo que el Ayuntamiento Viejo será una nueva ubicación provisional para el Museo de Baltasar Lobo, aunque quede muy bien. En el Castillo me parece acertadísima más si cabe siendo una obra de Moneo.

–¿Qué futuro le augura a la obra de Baltasar Lobo?

–Yo no discuto que la ubicación en el Ayuntamiento Viejo sea mala, lo que creo es que resulta insuficiente. Me temo que sea una nueva ubicación provisional, aunque quede muy bien. En el Castillo me parece acertadísima más si cabe siendo una obra de Moneo. Son Lobo, un miembro de la escuela de París junto a Picasso, y Moneo unidos. El Museo de Lobo tiene que ser a la vez un impulsor de la escultura y su conocimiento.

–Zamora cuenta con destacados escultores, pero no tiene tanta obra pública en sus calles.

–Para nada. Los escultores locales tienen muy poca obra. A Ramón Abrantes, a Higinio Vázquez o a Tomás Crespo Rivera se les habría tenido que tener más en cuenta. Hay que conocer lo que hicieron los anteriores.

–Aludía a las bienales artísticas ya desaparecidas. ¿las recuperaría?

–Sería algo muy interesante para la ciudad, aunque creo que no podría realizarse con el formato que había entonces, de otra manera. No obstante, nos ayudaría a ponernos en el mapa del turismo de calidad y ayudaría a la formación de la población, pero haría falta, lo primero, tener voluntad y ganas. Miguel Gamazo cuando las planteó era para tener fondos para montar un museo de arte contemporáneo en la ciudad, que podría haber albergado el antiguo edificio del Banco de España. Sin embargo, estas obras están repartida por las instituciones y, a veces, muy mal expuestas. Recuerdo una bienal que la dirigimos Ángel Luis Esteban y yo y localizamos un cuadro muy representativo retirado en el campanario del edificio del Ayuntamiento Viejo.

–Usted estuvo muy implicado en Aceña Cultural. ¿Añora la existencia de un colectivo similar?

– Hace unos años existía una esperanza enorme en la proyección del arte en la ciudad que ha desaparecido. Hay grandes valores artísticos trabajando solos. No existe la unidad que hubo en los tiempos de Aceña Cultural. En Zamora hace falta un movimiento cultural unido y fuerte que haría mucho bien a la ciudad. En Aceña trabajamos mucho, conseguimos que se pusiera en marcha la Escuela de Arte y muchas cuestiones relativas a urbanismo. Fue una asociación que unió a los arquitectos, los poetas, los pintores y los escultores.

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