Toro: Salve, reina de los mares

La procesión de la Virgen del Carmen recorre las calles más céntricas acompañada por los niños de Primera Comunión

El último sol de la tarde acompañó a la Virgen del Carmen en su salida de la iglesia de San José del convento de las Carmelitas Descalzas de Toro, cumpliendo, así, un 16 de julio más, con la tradición de rendir honores, en las tierras de Castilla, a la Virgen más marinera.

También los niños que este año han tomado la Primera Comunión han acompañado, como suele ser costumbre, a la imagen de devoción. Algunos, sosteniendo las cintas blancas que unían su camino al de la Virgen; otros, con bandejas y cestas con pétalos de flores que han lanzado, a modo de bienvenida y alegría, a la llegada de la Señora del Carmen, una vez de regreso a su "hogar" en la iglesia del convento.

La procesión de la Virgen del Carmen, con su Niño en brazos y, ambos, con el escapulario, que es su distintivo, ha recorrido algunas de las calles toresanas más céntricas, partiendo desde el propio convento, en un recorrido que ha continuado por la plaza del Carmen y ha seguido el itinerario habitual, por la calle San Marcos y la calle Hornos, por las plazas de San Julián de los Caballeros y de Delhy Tejero, para salir a la Puerta de Morales y continuar por la calle de San Lorenzo el Real; hasta encarar la calle Puerta del mercado, donde el sol ha brillado de una manera especial, al entrar en contacto con la corona de reina de la Virgen, que constituyó un triángulo patrimonial y devocional, en el que los otros dos vértices se erigían en el escudo que corona el edificio del Ayuntamiento y en el cimborrio de la colegiata de Santa María la Mayor.

La procesión, acompañada musicalmente por la banda de cornetas y tambores "Bendito Cristo de las Tres Caídas", ha seguido caminando "plaza arriba", hasta llegar a la Torre del Reloj, donde, antes de pasar bajo su arco, el Corazón de Jesús que lo preside y la Virgen se han regalado un saludo cómplice.

El recorrido ha encarado su tramo final al llegar a la calle El Sol, tras lo que ha continuado por Puerta Nueva, la calle Retiro, y ha llegado, de nuevo, a la calle San Marcos, para que la Virgen volviera a entrar en "casa", en su plaza del Carmen, donde los hermanos de su cofradía, cargadores, niños de Comunión y devotos de la Señora con la advocación del Carmelo, le han entonado la Salve, a la par con los últimos guiños de luz de la jornada.

Allí, la aguardaban, amorosas y expectantes, las responsables de su cuidado: sus hermanas Carmelitas Descalzas, que estaban pendientes de que la imagen de devoción volviera sana y salva a su hogar en la iglesia del convento, donde las monjas de hábito color castaño, toca y escapulario la custodiarán con mimo hasta el próximo 16 de julio, único momento en que dejan a la Virgen "traspasar" las paredes del convento, con el objetivo de que los toresanos y devotos también la sientan cerca en su día más importante.

Se ha consumado, así, un año más, la tradición, que tiene lugar cada 16 de julio, de seguir acompañando a la Virgen del Carmen en su día, perpetuando así una devoción por la venerada imagen que nace y se traspasa de padres a hijos, de abuelos a nietos, entre hermanos o amigos, o de amigos que, soportando en sus hombros el peso de los banzos con el que portan con esmero a la Señora del Carmen, terminan convirtiéndose, verano tras verano, 16 de julio tras 16 de julio, en hermanos de cofradía y sentimiento interno, que demuestran con orgullo externamente, al ataviarse "uniformados" con pantalón vaquero y camisa blanca para la ocasión. Y portando como Ella, y como el niño, el insigne escapulario que mantiene prendida en su pecho la fe y la devoción por la Virgen del Carmen, la reina de los mares en esta tierra de labradores.

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