Entrevista | Andrés Sedano Martín Bombero en el Ejército del Aire, condecorado con una medalla al Mérito Aeronáutico

"La medalla es bien recibida, pero considero que sólo he hecho mi trabajo"

"La estadística dice que, probablemente, nunca veas un accidente aéreo; yo tuve la mala suerte de verlo un día que estaba de permiso"

Andrés Sedano, bombero en el Ejército del Aire, posa ante uno de los vehículos del parque de Torrejón de Ardoz.

Andrés Sedano, bombero en el Ejército del Aire, posa ante uno de los vehículos del parque de Torrejón de Ardoz. / Carmen Toro

Andrés Sedano Martín está destinado en el parque de bomberos de la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid) y acaba de ser condecorado con la Medalla al Mérito Aeronáutico por su meritoria intervención en un accidente aéreo en el que se estrelló un avión F-18 del Ejército, y en el que el toresano actuó fuera de su jornada laboral.

–El día del siniestro, estaba de permiso en Zaragoza, vio algo raro y no dudó en acudir...

–Estaba pasando la mañana en un huerto cercano a la base aérea, donde parece que estaba habiendo vuelo de instrucción acrobático. Había gente viéndolo y quejándose un poco, como suele pasar con los civiles, del ruido de los aviones. En nuestro caso, estamos acostumbrados a estar rodeados de aeronaves y a oír el ruido y no le prestas mucha atención, y lo que más me sorprendió fue el repentino cese del ruido de los motores del avión, es lo que me alertó. Cuando levanté la cabeza, vi que el avión perdió potencia y cómo se estrelló, y la posterior bola de fuego y de humo.

–Y su instinto fue ir a ayudar...

–Claro. Cuando vi que el avión cayó, lo primero en lo que me fijé fue en que el piloto se había eyectado porque vi el paracaídas. Se juntaron muchas cosas: en la zona donde vi que había caído, hay un polígono industrial y pensaba que estaba fuera de la base. Conociendo la ubicación del parque de bomberos de allí y nuestra forma de trabajar y protocolos, entiendes que, desde que se active el servicio de bomberos hasta que consigan llegar, van a pasar varios minutos, que son vitales para poder atender al piloto, o lo que yo pensaba, que el avión podría haber caído en el polígono industrial, donde trabajan muchos civiles. No es una cosa que pensara mucho, fue un poco instintivo porque nos entrenamos para ello y, directamente, salí hacia allí.

–¿Cómo fue su actuación allí? ¿Cómo procedió?

–El escenario era dantesco. Había un incendio bastante extendido, que salía fuera de la base, aunque el avión cayó dentro. Por la zona, justamente pasaba un convoy del GRS de la Guardia Civil, que había parado para dirigir el tráfico. Al llegar, me dirigí al mando de la Guardia Civil y le requerí todos los extintores portátiles que llevaban en los vehículos para extinguir los fuegos que había en los alrededores e intentar que la situación no empeorase. Además, me doy cuenta de que el avión está dentro y el piloto está en el suelo, inmóvil; lo principal es evaluar su estado y, en cualquier caso, salvarle la vida. Con la Guardia Civil, accedimos y corrimos a ver cómo estaba; en la primera toma de contacto, empezó a moverse y a recobrar el conocimiento, estaba conmocionado, había recibido un golpe muy fuerte y estaba lleno de heridas y magulladuras.

–¿Ha hablado con él después?

–No. A través de un compañero que conozco en la base de Zaragoza, he recibido información de su estado de salud, pregunté cómo se encontraba y me dijeron que había llegado grave al hospital Miguel Servet, con una hemorragia interna, y que tenía una fractura de pelvis, que era lo que sospechábamos, pero no he querido hacer más porque creo que mi trabajo debe limitarse hasta el momento en que trasladamos la víctima a los servicios sanitarios.

–¿Había vivido alguna actuación similar?

–Nunca había visto un accidente aéreo. Una cosa que siempre comentamos los compañeros es que es muy difícil que, en nuestra carrera profesional, presenciemos uno porque, aunque sucediera, es muy fácil que te pille en un día libre porque nosotros no estamos todos los días de guardia, y la estadística dice que es muy probable que nunca lo veas. Yo tuve la mala suerte de verlo un día que estaba de permiso; incluso, en otra ciudad.

–¿Estaba preparado para algo así?

–Es algo para lo que nos preparamos todos los días del año ya que tenemos formación específica de bomberos a diario. Aparte, todos los días trabajamos con procedimientos de rescate de todas las aeronaves que tenemos en la base.

–¿A qué considera que ayudó su actuación en el siniestro?

–Dentro del Ejército y de los servicios que intervinieron ese día, los bomberos aportamos un plus de formación y conocimiento en situaciones críticas y, obviamente, en los accidentes con aeronaves. Tenemos sanitarios excelentes que saben mucho de su materia, pero, a la hora de manejar un siniestro, la zona caliente es competencia de los bomberos. Nosotros estamos muy entrenados en todo ello y tenemos muchas emergencias en las tenemos que trabajar en entorno de alto riesgo y en situaciones de estrés. A lo mejor, pude aportar ese punto de formación.

–Por esa actuación, le imponen una medalla al Mérito Aeronáutico, ¿se lo esperaba?

–No. Una vez que sucedió esto, el coronel del Ala 15, la unidad del avión siniestrado, se puso en contacto con el general de la base de Zaragoza, le comentó lo ocurrido, y el general transmitió un escrito al general de mi base, en el que me felicitaba; me llamaron para contármelo y también me felicitaron. Unos meses después, el jefe del parque me comunicó que me habían propuesto para medalla y que me la habían concedido.

–Un plus a ese mérito sería que actuó en su tiempo libre...

–Seguramente, si hubiese pasado en un día de servicio y en mi base aérea, ninguno habríamos recibido ese reconocimiento. La diferencia fue que estaba fuera de servicio y tuve la osadía de entrar en una base aérea para hacerlo.

–¿Qué supone para usted tanto a nivel profesional como personal?

–Un reconocimiento siempre es un orgullo. Pero yo considero que, realmente, he hecho mi trabajo, a nosotros nos forman para ello. Estaba de permiso, pero no deja de ser un compañero que ha tenido un accidente y tú estás en una zona en la que puedes intentar hacer algo. Creo que cualquiera de mis compañeros, en mi posición, habría hecho lo mismo. La medalla, merecida o no, posiblemente, no; es bien recibida, pero considero que es parte de mi trabajo.

–¿Cómo es su día a día en la base de Torrejón de Ardoz?

–Es como en cualquier parque de bomberos del mundo. Entramos de servicio, hacemos la revisión de nuestros vehículos y de los equipos que tenemos asignados y relevamos al personal de guardia del día anterior. Durante 24 horas, tenemos que estar disponibles para cualquier tipo de incidencia que haya en nuestra área de responsabilidad, tenemos una serie de horas destinadas a formación obligatoria, teórica y práctica; horas para entrenar y tiempo libre. Si hay alguna salida, tienes que acudir, da igual la hora del día o de la noche. También nos gusta fomentar el equipo y el compañerismo y tratamos de hacer actividades juntos. Todos somos bomberos especialistas y casi todos somos bomberos conductores por lo que vamos rotando por todos los puestos; hay días en los que eres conductor, otros, rescatador, operador de comunicaciones,...

–¿En cuál disfruta más?

–En el equipo de rescate. Mi puesto preferido es el de rescatador porque este equipo se encarga de cualquier rescate que pueda surgir y de la extinción de incendios en interior. Es el puesto más operativo, el que más salidas tiene y en el que ves cosas más diversas, más técnicas y donde puedes aprender más cosas.

–¿Cómo surgió su vocación?

–Creo que siempre ha estado un poco ahí. Es un trabajo que siempre admiré mucho y, desde muy pequeño, yo quería ser bombero. Aquí encontré la forma de compaginar mis dos pasiones: las aeronaves y los bomberos. Con un plus y una valía, que considero que la tiene, que es el servicio a la Patria como militar. También he "mamado" en casa que mi padre ha sido bombero voluntario en Toro, he crecido rodeado de camiones de bomberos.

–¿Considera importante al equipo de bomberos voluntarios de Toro?

–La labor que hacen los bomberos en Toro es fundamental, creo que es vital. Es gente del pueblo que trabaja para el pueblo y con una vocación y una capacidad de trabajo admirable. Dan un servicio de máxima calidad, es gente muy preparada, con gran formación, y son vecinos de Toro.

–¿Qué valores conlleva para usted el Ejército?

–Creo que lo más importante que tenemos es el equipo y el compañerismo, sobre todo, dentro del parque. Es verdad que es algo común a todo el Ejército, pero que se potencia mucho más, si cabe, dentro de un destino como el mío. No se nos tiene que olvidar que somos militares, aunque nuestro uniforme no lo parezca y, por eso, creo que también, la disciplina.

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