La imagen románica de la Virgen del Canto, que desde hace meses se encuentra en la Escuela Superior de Restauración y Recuperación de Bienes Culturales de Madrid, regresará a la ciudad, tal y como se había comprometido, en el mes de julio, una vez que se ultimen los detalles del arduo proceso de restauración al que ha sido sometida y que ha conseguido devolver a la talla su aspecto original. Así lo ha confirmado el director del centro madrileño, Javier Peinado, quien ha adelantado que «los resultados han sido muy buenos y la imagen ha ganado mucho», aunque los toresanos se van a encontrar con cambios destacados en la talla. La intención es depositar la escultura en la Colegiata y desde allí, probablemente el 15 de agosto, festividad de la Virgen, trasladarla a su ermita en procesión, aunque este aspecto tendrá que ser confirmado por la cofradía.

La restauración, como ha explicado el director, ha sido complicada y laboriosa debido a los diferentes repintes a los que la escultura había sido sometida a lo largo de su historia, pero finalmente se ha conseguido recuperar la policromía original del siglo XIII. Dentro de estas intervenciones desafortunadas, «hechas de manera urgente y por tanto precipitada», la escuela ha tenido que enfrentarse incluso a una muy reciente, la practicada con motivo de una de las exposiciones de Las Edades del Hombre. Así las cosas, los colores que ahora luce la talla románica se mantienen en la línea de los que ya fueron recuperados por la escuela para las esculturas de la Colegiata, y que tantos elogios han merecido. De esta forma, las carnaciones excesivamente rosadas que tenía la escultura se han vuelto más reposadas, el pecho aparecerá en un color rojo con restos de dorado y el manto ha recuperado su color original blanquecino, con lo que han desaparecido los motivos florales que lo adornaban.

Otra de las actuaciones más difíciles se ha centrado en las partes pétreas de la escultura que habían sido alteradas e incluso sustituidas por otras de escayola, como es el caso de la cabeza del niño y del brazo y la mano de la Virgen, respectivamente. En en caso de la imagen mariana, se ha optado por «respetar que estas partes no son las suyas originales, pero lo que sí se ha hecho es ajustárlas a la policromía de su época». Las labores de restauración han permitido en este sentido, como ha señalado Peinado, «comprobar la cantidad de uniones que tiene la talla hechas con hierro y plomo fundido». La intervención en el brazo de la Virgen ha resultado especialmente «complicada» y finalmente se ha optado por «hacer una transformación más adecuada, ya que la pieza repuesta tenía muchos cementos, haciendo un brazo nuevo más ligero y adecuado partiendo del mismo modelado». En cuanto a la cabeza del niño, que había sido alterada para que se mantuviera al frente, se ha modificado algo su posición para que vuelva a mirar a la Virgen. Peinado ha destacado, además, la recuperación de los pliegues, «ya que se habían deteriorado mucho como consecuencia del mal uso al sacarla en procesión».

La intervención anula las graves mutilaciones que tenía la tallaLa escultura de la Virgen del Canto, por la que los toresanos sienten auténtica devoción, fue trasladada al centro madrileño en otoño de 2004 para ser sometida a una restauración que ya se preveía entonces complicada y costosa, pero que ha sido realizada de forma gratuita por la escuela gracias a la intervención de José Navarro Talegón, comisionado de Patrimonio, que ha seguido muy de cerca el proceso, al igual que la cofradía, cuyos miembros despidieron casi con lágrimas en los ojos la partida de la patrona de Toro y su Alfoz, pero que han confiado plenamente en la más que reconocida labor del centro educativo.

Los toresanos podrán, por tanto, a partir del verano disfrutar de la imagen de su patrona tal y como la concibieron sus antepasados a finales del siglo XIII y no como fue adornada groseramente en función de las modas de la época con posterioridad. La escultura de Nuestra Señora del Canto está labrada en tierra arenisca y fue embutida en un bastidor y vestida por lo menos desde el XVII, lo que provocó las graves mutilaciones de que fue objeto. Después fue sometida a una restauración que envileció su figura y su rostro fue acicalado con auténtica ñoñería. Para la intervención actual la escuela madrileña se ha servido de documentación escrita, fotografías antiguas e incluso de piezas parejas, como la de Nuestra Señora de la Calva de Zamora.