Opinión | Zamoreando

Todos a una

Es un orgullo ser español en Wimbledon, en Berlín, en Madrid, en Barcelona o en Bilbao

Miles de aficionados se concentran este lunes en Cibeles para celebrar con la selección española el título de campeones de la Eurocopa tras vencer ayer en la final a Inglaterra.

Miles de aficionados se concentran este lunes en Cibeles para celebrar con la selección española el título de campeones de la Eurocopa tras vencer ayer en la final a Inglaterra. / EFE

Menos Otegi, que no ha ocultado su rabia por la victoria de España, diciendo: "No es mi selección, no es mi Rey…" y eso a pesar del gol de Mikel Oyarzabal; y el independentismo catalán que ha acusado a los catalanes de padecer "síndrome de Estocolmo" por celebrar la victoria de España que, solo en Cataluña, logró un 76% de cuota de pantalla, en el País Vasco fue un 55% que a los abertzales ha debido sentarles como una patada en el culo. Si bien cierto es que la final de la Eurocopa en la que venció España a Inglaterra fue un éxito rotundo en términos de audiencia, Euskadi y Cataluña destacaron notablemente.

Dicho lo dicho, las siete victorias de España en la Euroliga han servido para que, de nuevo, todos a una, gritáramos con orgullo aquello de "Soy español, español, español", sacáramos la bandera de España a ventanas y balcones, y la luciéramos sin complejos ni vergüenzas en la calle, envueltos en la enseña nacional. Servidora lleva colgada al cuello la bandera de España con la fecha de mi primera jura de bandera, regalo de unos amigos capitaneados por Antonio Dávila. Durante un mes, a nadie que portara la roja y gualda se le ha tildado de facha. Todos éramos y nos sentíamos españoles sin poder disimular el orgullo que nos proporcionaba la roja cada vez que se "cargaba" a una selección. Porque se "cargó" a todas con las que se enfrentó.

Ni fachas, ni habitantes de la fachosfera, simplemente españoles. Veremos a partir de ahora si la complacencia sigue en los mismos términos. No tiene por qué cambiar. Es un orgullo ser español en Wimbledon, en Berlín, en Madrid, en Barcelona o en Bilbao. Como es un orgullo portar la bandera por la que nos conocen en el mundo y tararear el himno nacional que precisa con urgencia una letra, lo que pasa es que, ¡ay, amigo!, eso es harina de otro costal.

Me ha encantado formar parte del espectáculo español de alegría y unidad que todos a una hemos mostrado gracias a la Selección Española de Fútbol pero también a Carlos Alcaraz que se llevó por delante a Djokovic en su segundo Wimbledon. Fue una auténtica gozada. Ojalá fuéramos igual en todo.

Suscríbete para seguir leyendo