Opinión

Manuel Ángel Delgado

Poeta sobre poeta alaciando

Malmierca coloca a Waldo, de esta manera, en el lugar merecido por sus logros

Waldo Santos.

Waldo Santos.

Pablo Malmierca ha sacado a la luz un libro certero sobre Waldo Santos. Quizá porque quien mejor entiende a un poeta es otro poeta, ya que saben ambos de la labor callada y la pelea con el lenguaje; también de la brega (sosteniendo ideas y utopías en unos tiempos implacables) con una realidad anunciada que por ello se deshace entre los dedos, como el agua en el cesto. De ahí la necesidad del compromiso y la ética que se encuentra en el libro "Alaciar de espumas. Poesía y Utopía en Waldo Santos" (Lastura 2024), porque Pablo Malmierca se propuso desvelar la amplia simbología del lenguaje para hacer más clara la poesía de Waldo.

Ciertamente Malmierca es un estudioso impecable que ha ido a las entrañas de la poesía de Waldo desde una mirada tanto culta como popular. Pero no las ha desentrañado sin más, sino que mimetizado en sus palabras y metáforas ha ido explicando desde el rigor de la ciencia lingüística y literaria el quehacer y la jera de Waldo, abriendo y clarificando sus raíces, apoyado en estudios, manuales y diccionarios, desde la sociolingüística, la biblia o la filosofía. Así vemos en la poesía de Waldo Santos colores, animales, flores, símbolos casi siempre (toba, clavel, viento, ocaso o la luz, el mar, la rosa de los vientos ...) que se nos desvelan herramientas en los versos de uno y las explicaciones de otro, dejando a las claras naturaleza, historia, verdad o sentimiento, colectivo y personal, junto al cante flamenco, el arte, los pájaros y los campos de tierra, que se vuelven puentes e imágenes literarias para entender una vida cotidiana hecha a golpes de corazón y reflexión. Un desfile de luchas por la vida, que se revela en pos de una libertad y un amor esquivos para el hombre Waldo más que para el poeta.

Pablo ha escrito un libro sanador de la poesía de Waldo Santos. Poniendo al descubierto -y a raudales- muchos de los versos que (a)parecían ocultos o difíciles, pero que solo tenían un traje y una hechura que el lector de Waldo desconocía. Nos enseña Pablo a un poeta de palabras no inflamadas sino hondas, unas imágenes deslumbrantes donde Waldo reúne a oriente y occidente, a Roma con Zamora, a la laguna Estigia con el Duero,a la rosa de los vientos con la alondra, o a Lorca con Platón. Un trabajo de esmeril el de Malmierca sobre el barro y la paja, como sobre el cincel y la piedra de una escritura culta que encuentra resonancias de experiencia y utopía cuajadas de verdad y hondura, homologables a los mejores poetas españoles del siglo XX. Y explicando además con sencillez y rotundidad la luz estremecida de Waldo, lejos de los tópicos que se han usado muchas veces con su poesía, pretendiendo encasillarlo en un poeta de un tempo provinciano, confundiendo adrede -o sin querer- el terruño acotado del corazón y la arcadia de la infancia con el paramio anquilosado de una realidad impuesta.

Quien conociera a Waldo o haya leído sus versos, verá entre las páginas de este libro de Malmierca al Waldo Santos que conjuga el plural y la ternura, al soñador libertario que derrocha ilusión y confianza en los seres humanos, tan esquivo a la falsedad de personajes y aconteceres anodinos o crueles como crítico desde la honradez o la inteligencia sentiente. Pero Malmierca sobre todo ha escrito un libro valiente, y difícil, porque ha recogido el rico lenguaje de Waldo y lo ha aireado, pasándolo por el tamiz de unas técnicas contrastadas, haciendo una investigación rigurosa sobre algo tan difícil como los símbolos, las imágenes y las metáforas que generan en la poesía de Waldo colores, plantas, animales, el viento, la luz ... o el mar que lo deslumbró. Redescubriendo y comentando el léxico y sus relaciones según las reordena Waldo en sus versos. Una tarea exhaustiva y compleja la de Pablo, que desbroza caminos que abrió Waldo pero seguían desconocidos por el lector de su poesía. Y sobre todo un trabajo ensayístico que descubre una poesía trabajada desde la sintaxis hasta la métrica, pasando por la colocación adecuada de las palabras para el ritmo de los versos, sin olvidar mencionar la re-creacion de neologismos, o la transcategorización que le permite a Waldo Santos acomodar sustantivos con adjetivos o verbos en la forma que mejor le sirven para la perfecta transmisión de sus ideas o sus sentimientos según su sentir poético.

Malmierca coloca a Waldo, de esta manera, en el lugar merecido por sus logros poéticos, que ha permanecido tan oculto como negado tanto tiempo. Por eso también es de agradecer este brioso ensayo de más de trescientas páginas, que deseamos sirva para futuros estudiosos; y que también acerque, si llegan las debidas ayudas, la necesaria edición crítica de toda su poesía, tan vigente como necesitada de los lectores de este siglo XXI, ahora tan anhelante de esperanza como de utopías. Y no sólo, claramente, para Zamora.

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