Opinión | Un castillo para Baltasar Lobo

Reflexiones sobre las intervenciones en una ciudad que pierde impulso

A mi entender, el museo requiere de sosiego y de cierto preámbulo introductorio

Museo de Baltasar Lobo, en su actual sede de la Casa de los Gigantes.

Museo de Baltasar Lobo, en su actual sede de la Casa de los Gigantes. / Jose Luis Fernández

Hay cuatro aspectos a los que me quiero referir en torno a la iniciativa de un Centro de Arte Contemporáneo Baltasar Lobo en el Castillo de Zamora. Las tres primeras como análisis crítico de la situación actual en el aspecto urbanístico y del patrimonio monumental de la ciudad; la cuarta, el Castillo como oportunidad para la sede del dicho centro, y finalmente un apéndice comparativo entre las opciones del Ayuntamiento Viejo y del Castillo. Todo ello visto como ciudadano y arquitecto en plaza, en ejercicio desde hace más de 40 años.

Uno. La cultura del vaciado de contenido de los espacios que ha calado en quienes toman decisiones y que, en unos casos por incapacidad de gestión y en otros por falta de visión, va en detrimento de la vida urbana de una ciudad que pierde impulso. Esto vale para el casco antiguo en el que, donde antes hubo viviendas, quedan muros enhiestos; o espacios urbanos como la avenida de la Puerta de la Feria, convertida en descampado con fondo de muralla; o la Plaza del Mercado, en la bajada de Balborraz, donde tenía lugar el mercadillo semanal que daba vida al centro y fue sacado fuera, como si sobrara actividad comercial; o la misma Plaza Mayor, antes ocupada por espacios de comercio y de vivienda ahora desaparecidos físicamente en un costado completo de la plaza; o el nuevo vacío que supone el edifico del Consultivo, cerrado por un uso sin repercusión urbana en cuanto a actividad añadida; y esto es válido para el Castillo, que siempre estuvo vivido desde su primer uso defensivo y representativo de la ciudad, después como cuartel y cárcel y posteriormente con varios usos educativos ligados a la vida urbana. Alguien conocedor de ello, afirmó: “Quizá no debió desaparecer de allí la Escuela de Arte si era para dejarlo en su estado actual”.

Dos. La aptitud actual de las instituciones ante el patrimonio monumental de conservación en sentido estricto, focalizado en campañas de consolidación y restauración sin orientar los edificios a la incorporación de usos nuevos compatibles, algunos para visitas turísticas y otros cerrados, lo que trasmite a los ciudadanos la sensación de vivir en el pasado. Ello no se ve compensado con iniciativas que hoy resultarían heterodoxas, como por ejemplo el Museo Provincial en el antiguo palacio del Cordón que se sacrificó parcialmente para darle nueva vida. Por el contrario, en este momento, parece no inquietar que el Castillo se convierta exclusivamente en objeto de contemplación tal cual.

Reflexiones sobre las intervenciones en una ciudad que pierde impulso

Reflexiones sobre las intervenciones en una ciudad que pierde impulso / Pedro Lucas del Teso

Tres. La arqueologización de las intervenciones en monumentos de lo que también es ejemplo el Castillo. Se ha buscado, como resultado final del monumento, el documentar y dejar a la vista las distintas fases de fábricas superpuestas que fueron levantadas para los usos que en él se sucedieron. Esta aptitud es similar a otras intervenciones urbanas generando anomalías, como es el caso de la Plaza Mayor donde ha caído en el olvido el pudor inicial de las Administraciones por reconstruir lo que había sido el espacio urbano previo a la restauración de la iglesia de San Juan, y se mantiene a la vista una iglesia construida inicialmente al amparo de la muralla con su torre de carácter defensivo en la cabecera, desapareciendo con ello la riqueza que contenía el espacio civil por antonomasia de la ciudad

Otro ejemplo sería el puente de piedra que lleva camino de una engañosa reconstrucción de carácter historicista dotándole de una imagen antigua, sin tener en cuenta que en su estado actual conservaba el valor añadido de un paseo diáfano flotando sobre el paisaje natural del Duero, inmortalizado por los poetas.

Cuatro. Qué hacer para revertir el destino del Castillo. Frágil ante el paso del tiempo en su situación actual, vaciado del uso y de la vida que siempre tuvo y que se frustró al pasar la actividad educativa, que tenía hace veinte años, a un uso cultural de impulso superior.

En la actualidad, el Castillo cuenta con la cesión demanial de la Diputación al Ayuntamiento para Museo Baltasar Lobo y alberga ya su obra monumental en el recinto y jardines que lo rodean. En este sentido, tanto a nivel administrativo como constructivo, tiene mucho camino recorrido con los trabajos del proyecto, que en su día encargó el Ayuntamiento a Rafael Moneo (2004), arquitecto que acaba de actualizar su proyecto Conservación de las ruinas del Castillo y Museo Baltasar Lobo (2023).

Ojalá no le espere un destino vacuo al edificio civil más emblemático de la ciudad y que se pueda convertir en un estandarte de la regeneración urbana para las futuras generaciones, acogiendo en su interior la riqueza cultural de lo artístico con la obra irrepetible de Baltasar Lobo, que tan generosamente donó a la ciudad y con el valor añadido de una sabia intervención arquitectónica de Rafael Moneo. Como dijo Xerardo Estévez: “el Castillo enclavado como está en el origen de la ciudad puede ser la proa cultural que ilumine la vida artística de Zamora y contagie con ello al casco histórico”.

Ojalá no le espere un destino vacuo al edificio civil más emblemático de la ciudad y que se pueda convertir en un estandarte de la regeneración urbana para las futuras generaciones, acogiendo en su interior la riqueza cultural de lo artístico con la obra irrepetible de Baltasar Lobo

Finalmente, me referiré a la comparación, desde un punto de vista arquitectónico, urbanístico y funcional, entre las opciones posibles para sede del museo de Baltasar Lobo: Ayuntamiento viejo y Castillo de Zamora.

El edificio del Ayuntamiento Viejo, levantado sobre una orografía abrupta, responde a su situación de atalaya. Situada en la encrucijada de las calles más importantes de la ciudad medieval, el costado al este presenta una fachada vertical, seña de su origen defensivo; al oeste se funde con la antigua línea de muralla ahora camuflada en la calle de los Herreros; y al sur, con una buena parte oculta tras la medianera, salvo el tramo derecho que asoma a Balborraz. Con una orientación poco favorable, se abre a la plaza con una galería que parece pertenecer más a la plaza que al edificio del que forma parte y con vocación de acoger actos públicos propios de la que fue casa consistorial.

Los espacios interiores resultantes en la actualidad son de poca entidad y de difícil comunicación entre ellos, salvo por una escalera de nuevo trazado que comunica dos niveles de los cuatro de que consta, dando la sensación de acceder a un espacio ciego y sin atractivo.

A mi entender, el museo requiere de sosiego y de cierto preámbulo introductorio. Por otro lado, la contemplación de la obra escultórica necesita la claridad de la luz natural y las distancias adecuadas para la contemplación, cualidades que no reúne este edificio en gran parte del espacio expositivo y que ni siquiera se conseguiría con una intervención más integral que la planteada por el Ayuntamiento. Es definitiva, es un espacio inadecuado e insuficiente que condenaría al museo a una tercera provisionalidad.

El Castillo con su silueta mocha, convertido en baluarte que desfiguró su alzado medieval, mantiene sin embargo su planta romboidal del muro de cierre, con las distintas estructuras sucesivas aparecidas después de la excavación arqueológica, que es patente en el muro que contornea el patio desde el siglo XVIII con una geometría singular. Su alzado y el nivel geológico de la roca constituyen elementos de sustento constructivo para unas instalaciones que permiten albergar en su interior el centro de arte con las cualidades dimensionales, espaciales y de luz requeridas, que la intervención arquitectónica de Rafael Moneo aporta acorde con la obra del escultor. Cualidades a mí entender de las que carece el Ayuntamiento Viejo.