Lenguas

De ser una medida coherente ya se habría implementado en el funcionamiento diario del Parlamento desde hace mucho tiempo

Pinganillo antes inicio sesion plenaria aprueba uso lenguas cooficiales en el Congreso

Pinganillo antes inicio sesion plenaria aprueba uso lenguas cooficiales en el Congreso / Marcos Villaoslada - Europa Press

Manuel Antón

Manuel Antón

Desde que se aprobó la reforma del Reglamento del Congreso de los diputados, para que en los debates parlamentarios que en él tengan lugar se puedan usar las lenguas cooficiales del Estado, no he dejado de preguntarme por qué se ha dado un paso que, además de haber supuesto un coste adicional innecesario -esto es lo de menos- era tan inoportuno como incoherente, porque para entenderse entre españoles (todos los diputados lo son), qué mejor que hablar la lengua oficial del Estado, que, según establece la Constitución, es el castellano; lengua común que todos hablan a la perfección.

Como todos sabemos, los diputados, en general, sean de donde sean, cuando hablan entre ellos, en corrillos, en los pasillos del Congreso, en la calle…, hacen uso del castellano, que es la lengua que todos conocen y suelen usar cuando están departiendo en grupo o de manera particular entre unos y otros (incluso muchas veces cuando conversan entre iguales, es decir, catalanes con catalanes, vascos con vascos, o gallegos con gallegos, no son pocos los que hablan en castellano…); por eso, tal medida no puede tener más sentido ni más justificación que el de un pago (y van ni se sabe…) del presidente Sánchez a los que le mantienen en el poder, porque se lo han exigido como contrapartida para seguir apoyándole. Ni más ni menos, ni menos ni más.

De ser una medida coherente ya se habría implementado en el funcionamiento diario del Parlamento desde hace mucho tiempo, porque la reivindicación de los independentistas de poderse expresar en el hemiciclo en sus otras lenguas no es nueva, solo que esta vez, dado como están las cosas, el presidente no ha tenido más remedio que ceder, por la cuenta que le tiene.

Según recoge la Constitución, las demás lenguas españolas, es decir: el gallego, el catalán, el vasco... son también lenguas oficiales en las Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos, pero no necesaria, ni mucho menos obligatoriamente en el resto de la Nación; razón por la que no se entiende que su uso se haya implantado en el Parlamento español, sencillamente, porque dificulta el entendimiento entre los diputados de circunscripciones distintas, por lo engorroso que es tener que estar con el pinganillo colgando "a gusto del orador de turno".

Según mi modesto entender, un paso atrás para nuestra democracia y una nueva brecha entre los que aman España y los que la quieren trocear. Lamentable, muy lamentable.

¿Para qué decir más?

¿Es así como queremos encaminarnos hacia una mejor convivencia entre los españoles? Sí, ya.

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