Adiós a Tomas Río Villar: el último sastre histórico de las capas pardas

Abejera de Tábara ha dado su último y emotivo adiós a uno de sus hijos más ilustres y también queridos: Tomás Río Villar, el último de los históricos sastres de la capa parda fallecía a los 93 año de edad.

Adiós a Tomas Río Villar: el último sastre histórico de las capas pardas

Adiós a Tomas Río Villar: el último sastre histórico de las capas pardas / Ch. S.

Abejera de Tábara, localidad perteneciente al municipio de Riofrío de Aliste, ha dado el domingo su último y emotivo adiós a uno de sus hijos más ilustres y también queridos: Tomás Río Villar, el último de los históricos sastres de la capa parda fallecía a los 93 año de edad.

Cierra la Capa Alistana así un ciclo de su historia que estuvo liderada por el sastre Juan Gallego Baz de Bercianos de Aliste, Domingo Fernández Martín de Villarino Cebal (San Vitero) y Tomás Río Villar de Abejera.

La iglesia parroquial de La Natividad de Abejera de Tábara se quedó pequeña para acoger a los familiares, paisanos y amigos que se acercaron para asistir a su funeral y acompañarle en su último viaje hasta el camposanto de su siempre querido pueblo donde recibió cristiana sepultura. 

Tomás Río Villar nacía un ya muy lejano día 11 de octubre de 1930- según el registro Civil el 13, pero no era cosa de andar dando explicaciones y corregir desde tan lejos–, en el acogedor pueblo de Abejera de Tábara que se asienta a la vera del arroyo de Posaces y al abrigo de las sierras de Sesnández y Valer, en el seno de una humilde familia donde su padre era un afamado albañil y su madre la encargada del cuidado de la casa y hacienda.

Fue él un niño de la Guerra Civil y ya en la ancianidad recordaba con pelos y señales una de las épocas más negras y duras de España: “Aquello fue una cosa muy mala y todos las pasamos muy canutas”.

Desde que dio el primer paso en la vida dejó constancia que era un rapaz inquieto, nacido para aprender y plantar cara a la adversidad. Fue a la escuela hasta los 14 años, aunque entre 1936 y 1939, Guerra Civil, los maestros iban y venían si podían o los dejaban, pero allí estaba el cada mañana a la puerta de la escuela: “yo no dejé ni un día de ir”.

Adiós a Tomas Río Villar: el último sastre histórico de las capas pardas

Adiós a Tomas Río Villar: el último sastre histórico de las capas pardas / Ch. S.

Don Pablo Blanco Rodríguez, entonces también cura de Abejera e Isaac Vara Carbajo un bachiller del propio pueblo es de los que guardaba más grato recuerdo pues ellos se encargaron de las clases durante la macabra contienda.

Malos tiempos para vivir, donde bastante era lograr sobrevivir, más en una familia numerosa como la suya donde la hacienda (vacas y ovejas) no daban para todos. En 1944 terminó la escuela y su primer trabajo remunerado fue el de ayudante de su padre en las tareas de albañilería.

Inquieto por naturaleza el adolescente era muy consciente que podía dedicarse y hacer otras cosas donde la maña sustituyera a la fuerza bruta. Corría el año 1947 y con solamente 17 años se convirtió en emigrante, aunque su destino fue sólo a unos 20 kilómetros: cruzó la Sierra de la Culebra por el Alto de la Carmona para asentarse en el Taller de Sastrería de Vicente Ferreras, natural de Abejera que se fue a Peleas de Abajo y tenía un taller de sastrería en Tábara.

El primer año, sin sueldo, solo por la manutención, su labor fue la de aprendiz y aprendió. En el año 1948 completó su formación siendo su maestro el sastre Francisco Ferrero Ferrero que, aunque también confeccionaba trajes de hombre, era en aquella época uno de los mayores expertos en la elaboración de la Capa Parda. Francisco fue quien enseñó a Tomás a cortar los paños pardos, a picar y coser las Capas Alistanas.

Con 19 años, en 1949, abría su primer taller en el sobrao de la casa de su padre, dejando de ser Tomás para pasar a ser "el sastre”. Su primera máquina de coser fue alemana y de segunda mano, ya modificada y preparada para la dura tarea de coser gruesas telas como los paños pardos. Luego se compraría la definitiva; una magnifica Singer 31K15 que conservó toda su vida.

 Un año después fue llamado a filas y de nuevo dejaba Abejera esta vez para cumplir la mili en Valladolid, donde terminó de espabilar y ver las cosas claras.

Al volver a Abejera de Tábara que mejor que dar un largo paseo por el arroyo Posaces y la sierra de Valer donde paso a paso, sin prisa pero sin pausa, mirando al horizonte, a un la do la Sierra de la Culebra y al otro Portugal: “me di cuenta que en tierras alistanas y tabaresas teníamos poco y éramos muchos, se mantiene la tradición de las partijas, lo cual daba lugar a partir las fincas y quedaban tan pequeñas que eran imposible de labrar”. Ya nonagenario se mostraba orgulloso: “Ahora por fin ha llegado la concentración parcelaria”.

En plena posguerra la necesidad apretaba y de nuevo Río Villar se veía obligado a convertirse en hijo pródigo de la necesidad siendo uno de los cientos de hombres de la tierra condenados al éxodo rural y en 1959, con 29 años, cruzo varias fronteras hasta llegar a Alemania donde trabajo muy duro y muchas honrasen una cadena de una fundición para ahorrar unas perras pasando mucho calor: “Mucha fue mi soledad y volví para casarme”.

Contrajo matrimonio con Valentina Río Villar en la iglesia de La Natividad y fue aquel uno de los días más felices de su vida, formando una familia ejemplar de la que nacieron sus dos hijos Manuel y Antonina, la cual fallecía en 2017 con sólo 48 años: “Nada hay más triste para unos padres que ver irse antes que ellos a sus hijos”.

Adiós a Tomas Río Villar: el último sastre histórico de las capas pardas

Adiós a Tomas Río Villar: el último sastre histórico de las capas pardas / Ch. S.

Ya casado alternó el trabajo que aprendió de su padre, albañil, trabajando también en la construcción de la vía del ferrocarril de Zamora a la Coruña, fue agricultor y ganadero, además de artesano del corte y confección.

Reconocía él que nunca había podido dedicarse en exclusividad a su pasión de sastre “pero fue una ayuda importante en el sostenimiento de la familia y para poder criar a los hijos”. Por una Capa Alistana cobraba 100 pesetas y un pantalón de pana de varón la prenda más solicitada entre 10 y 15 pesetas. Una americana con sus entretelas de guata, hombreras y demás le llevaba tres días, un pantalón una jornada.

También tuvo una queja convertida en anécdota. Un vecino y de confianza se presentó en su casa: “Me has hecho el pantalón más largo en un lado que en el otro”. Sorprendido, Tomás tiró de metro y así fue como su paisano se enteró que tenía una pierna más corta que la otra.

A lo largo de su larga vida confeccionó más de cien prendas de paños pardos, la mayoría Capas de Pastor (sencillas y sin bordado) y también Capas Pardas Pardas por encargo de la Casa de Zamora en Madrid por mediación de Santiago Antón Vara y otras para procesionar en el Miércoles Santo de Zamora capital.

La última que confeccionó en su taller de Abejera de Tábara fue para un estudiante zamorano. Pero lo llevaba en la sangre y ya en la Residencia de la Tercera Edad Virgen de la Salud de Alcañices ayudó a elaborar la última a un joven procedente de Asturias.

Era Tomás Río Billar una persona de muy buen corazón, un mar de sencillez y un remanso bondad, alma atemperada que se sentía orgulloso de sus orígenes, muy buena gente; “Me siento orgulloso de nuestra tierra. Todos debemos luchar por ella” sentenciaba en nuestra última conversación con ese semblante curtido por los años, las alegrías y los sinsabores, de mejillas labradas por el arado del esfuerzo y la honradez, sendas de sonrisas y también de lágrimas, bajo una cautivadora mirada que inspiraba paz y honradez. Así era él, el señor don Tomás Río Villar.

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