Crónica

Esperando a Sabiniano en Valdefuentes

El cementerio de la antigua pedanía de Valderas en la que yace la madre de Begoña Gómez, mujer del presidente del Gobierno, posible destino de las cenizas de su padre

Valdefuentes, la pequeña aldea en la que nacio la madre de Begoña Gómez.

Valdefuentes, la pequeña aldea en la que nacio la madre de Begoña Gómez. / J. A. G.

Valderas, la vecina localidad leonesa a apenas media hora de Benavente, se preparaba el miércoles para comenzar a celebrar sus Ferias y Fiestas cuando falleció Sabiniano Gómez en Madrid. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, suspendió su agenda para acompañar a su mujer, Begoña Gómez, en un momento especialmente difícil para ella.

En Valderas algunos vecinos informados dieron por hecho que los restos de Sabiniano serían trasladados inmediatamente al panteón familiar de Valdefuentes, a apenas tres kilómetros. Allí reposa su esposa y madre de Begoña Gómez desde hace años.

Muchos valderenses creían que Begoña Gómez regresaría a la pequeña población, prácticamente abandonada desde el éxodo rural de mediados del siglo pasado, para depositar los restos de su padre junto a los de su madre. Otros desconocían el fallecimiento de Sabiniano, pero recuerdan la relación de la familia con Valderas y cómo la mujer del presidente visita con cierta frecuencia el camposanto y no lo consideraban improbable.

Aspecto del cementerio de Valdefuentes, junto a la carretera. | J. A. G.

Aspecto del cementerio de Valdefuentes, junto a la carretera. | J. A. G. / J. A. G.

"Es posible que lo traigan aquí. Begoña veraneó muchos años en Valderas y suele venir por los santos al cementerio de Valdefuentes, donde están enterradas su madre y su abuela", valoró un vecino cerca de El Gatito, el mítico restaurante local donde se sirve bacalao y donde los comensales hacían cola democráticamente pidiendo la vez en la calle y según llegaban porque el restaurante estaba lleno.

El jueves, un límpido amanecer había dejado paso a un sol de justicia medieval que desmentía la anunciada Dana meteorológica. En Valdefuentes, otrora pedanía de Valderas y en la actualidad una suerte de lejano barrio, las únicas señales de vida estaban en el aire. Entre la vegetación, jugaban nerviosas decenas de crías de jilguero, y las acrobacias de bandadas de aviones, vencejos y golondrinas ocupaban el cielo bajo la pausada vigilancia de un milano real que sobrevolaba la iglesia.

En el centro, sobre la pared, el panteón familiar. | J. A. G.

En el centro, sobre la pared, el panteón familiar. | J. A. G. / J. A. G.

"No sabía nada, pero me extraña que puedan traerlo aquí a enterrar o a depositar las cenizas". Alfredo, un joven agricultor con explotación en Valdefuentes regresaba a Valderas a media mañana tras la faena. "Begoña viene por los santos y días antes el Ayuntamiento manda adecentar un poco el cementerio. Eso quiere decir que va a venir. Al día siguiente o a los dos días llega un coche con antenas que entra en el pueblo, la Guardia Civil y un coche con escoltas. Luego llega ella en una de esas furgonetas con cristales tintados y baja con su hijas. Aparca justo ahí, a unos metros del cementerio. A veces dan un paseo por el pueblo. Pero ahora no ha habido ningún movimiento", puntualiza.

Alfredo se acerca a la puerta enrejada del cementerio y comprueba que está cerrada. "La llave la tiene Maruja. Es la señora con más edad del pueblo. Pasa aquí el verano. Ella conoce toda la historia de Valdefuentes. La madre de Begoña nació aquí pero debió de irse muy pequeña". El agricultor señala el panteón donde está enterrada desde hace años. Sobre la sepultura blanca hay algunas flores marchitas. Ningún signo de limpieza o adecentamiento delatan preparativos en el panteón familiar.

Dos de los vecinos que residen en Valdefuentes. | J. A. G.

Dos de los vecinos que residen en Valdefuentes. | J. A. G. / J. A. G.

El cementerio de Valdefuentes apenas ocupa doscientos metros cuadrados. Hay un grupo de nichos y cruces sobre la tierra en la parte izquierda. A la derecha un grupo de sepulturas, entre las que se encuentra la de la familia de la mujer del presidente. "Aquí están los Fernández Farto y los Fernández Carnero, además de la madre de Begoña", explica Alfredo.

El pequeño camposanto da la cara al pueblo. Lo separa la carretera que conecta Valderas con Becilla de Balderaduey, una vía bien asfaltada pero angosta y peligrosa. Desde Valderas se llega a Valdefuentes en unos minutos. Poco antes la carretera corta una vaguada umbría, una franja espesa de vegetación entre el brillo dorado de las fincas, a la que sucede una ligera pendiente. La señal de comienzo y final de la población dista apenas dos centenares de metros y la señal está prácticamente cubierta por cardos marianos y maleza.

Un camino sin asfaltar lleva al pueblo y lo primero que se divisa es la imponente iglesia, abandonada. Hasta hace una década un albañil la reparaba gratuitamente. "Falleció y ya nadie se ocupa". Al poco la viga del campanario cedió, cayó sobre las campanas, y estas se fueron al suelo. Hoy se conservan en Valderas. El estado de la iglesia anuncia un pueblo desahuciado, aunque no es del todo así. Al menos cuatro habitantes residen en Valdefuentes, donde un matrimonio de Valderas posee un aprisco de ovejas y también hay un picadero de caballos. Las calles no están urbanizadas y cuando llueve es presumible que sean intransitables. Tampoco hay alumbrado público, aunque el Ayuntamiento ha colocado en las esquinas de varias casas alguna farola que otra con alimentación solar.

A las once de la mañana, Jesús y su mujer Toñi terminan de ordeñar. "Leí anoche que el suegro de Pedro Sánchez había fallecido. No sé si lo traerán aquí. Su mujer está enterrada en el cementerio y su suegra, pero aquí no ha habido movimiento ninguno", indica Jesús. Pese a los pocos habitantes que residen en Valdefuentes, y los que lo hacen en Valderas pero acuden al pueblo por uno u otro motivo, "a veces llegamos a juntarnos una veintena. Todavía hay algo de vida".

Otra imagen de la iglesia de Valdefuentes.

Otra imagen de la iglesia de Valdefuentes. / J. A. G.

La quietud y el dominio de la naturaleza imperan en esta aldea casi abandonada y rodeada de campos de secano. "Allí al fondo se ve el Cea. Somos el punto de Castilla y León con más metros de río, pero no hay regadío", se queja el joven agricultor.

En Valderas los feriantes han instalado sus atracciones. En las terrazas los vecinos se refrescan a la sombra. Valderas llegó a tener 5.000 habitantes, en la actualidad apenas supera los 1.500. Valdefuentes, es el botón de muestra de la despoblación de León, de Zamora, de Valladolid, y de otros puntos de España. De Valderas emigró la madre de Begoña Gómez. De Huete (Cuenca), Sabiniano Gómez. Ambos se conocieron en Bilbao. La familia siempre regresó a la localidad leonesa y Begoña Gómez la frecuentó en su niñez, en su adolescencia y en su juventud. Probablemente no haya un lugar para el sueño eterno con más quietud que Valdefuentes.

Al caer la tarde, mientras los valderenses se aprestaban a celebrar su primera noche de Ferias, Jesús desuella un cordero lechal y se apresta a sacrificar otro para el fin de semana festivo. Le ayuda otro vecino de Valderas. "No creo que lo traigan ya. Se hubiera visto más movimiento. Algún helicóptero volando", sugiere Agapito. "Si lo han incinerado pueden traer las cenizas cualquier otro día. Tienen todo el tiempo del mundo. El cementerio va a seguir aquí", apostilla Jesús.

En el añil, las bandadas de aviones piruetean y el milano real vigila más alto. La misma rutina tranquila se cierne sobre el camposanto que tal vez espera las cenizas de Sabiniano Gómez.

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